Llegada a Ciudad de paso.

*Kyotsu manejó la nave, sabiendo que Vanessa supervisaba a los otros extraños, unas ideas se dibujaban en su cabeza... Como ~~ El combustible lo paga hades, y si me dedico a llevar a personas de mundos a mundos, podría ganar bastante dinero...~~ Pero pronto descartó con la contra de ~~ Entonces nunca podré encontrar aquel buen combate y mis aventuras se delimitarán ahí, sin poder demostrarlo....~~

Cerró los ojos descendiendo la nave, y antes de que tocara el suelo la camufló. Abrió la parte de arriba, ahora invisible, diciendo una vez en contacto con tierra -Ya podeis salir, y Tú, Ethan. Puedes dejar el dinero a Vanessa, que ella lo pondrá en el compartimento que hay detrás.-

Así pues dio un salto al exterior apoyando su almohadilla de la mano derecha en el borde de la nave, saltando pro el lado derecho y caminando hacia la gran puerta que daba al Distrito uno... Esperó al resto una vez llegó a la puerta y se dio la vuelta, viendo como ellos aún bajaban, asegurándose de que estaba en buen sitio puesta la nave.

Ethan sabía que le observaban durante el viaje, pero estudió a sus compañeros de viaje durante el trayecto. A Raizzen, ya lo conocía, y se le veía inquieto con la situación, como deseando tomar él el control de, como mínimo, la nave. "No soy un vulgar ladrón" le había dicho a su compañero en un momento en el que estuvieron solos. Y era verdad. El honor y la palabra. Kyotsu y Vanessa les estaban llevando en la nave, y no estaban advertidos contra ellos. Hubiera resultado demasiado traicionero atacarles por sorpresa, a pesar de que él tampoco soportaba no tomar el control.

De modo que durante todo el viaje se contuvo y se mostró pacífico, no exhibió a Omega en la nave, si no que la guardó en su camarote, se permitió hacer algunas bromas o preguntas sobre la construcción de la misma, enterándose que era de Hades (lo que acentuó su curiosidad por los viajeros en la misma, pero evitó hacer preguntas. Al fin y al cabo, no le gustaba que se las hicieran a él.

Se interesó por la lanza de Vanessa, y en última instancia, cuando Kyotsu se había bajado de la nave, se mordió el labio inferior y suspiró mirando a la lanza y a Vanessa por separado.

- Está bien. Toma el dinero, espero que saquéis buen provecho de él. Quizá nos veamos por ahí. Raizzen, vámonos. Debemos buscar un taller de naves.

Le dio una bolsa a Vanessa con el dinero exactamente como había acordado.

Spoiler:

Comprueba con cierta desconfianza cómo Ethan se fija en su lanza y en ella misma. No le gustaba demasiado que la escrutasen de tal modo. Justo antes de que él hablase estaba casi segura de que le iba a preguntar por la lanza, pero no fue así.

Sostiene la bolsa con las dos manos cuando Ethan se la entrega, y nota el peso de las monedas, que tintinean en el interior.

Le dedica una sonrisa que intenta ser amistosa, aunque no está demasiado segura de
conseguirlo.

- Espero que encuentres a tu hermana, tiene suerte de tener un hermano que se preocupe tanto por ella.

Cuando al fin Ethan y Raizzen salen, se vuelve y sigue las indicaciones de Kyotsu sobre dejar el dinero en el compartimento trasero. Cuando comprueba que ha quedado bien cerrado abandona la nave bajando con cuidado, pues ahora no iba a saltar sobre la arena.

Al fin llega a la puerta, donde Kyotsu espera. Le mira fijamente y le saca la lengua de
forma inesperada y un tanto infantil.

- ¿Entramos?

*Kyotsu pasó por la puerta y la cerró tras pasar Vanessa, incorporándose a la plaza central del distrito 1. Era una puerta tosca y pesada, pero nada que sus músculos no pudieran doblegar.

Tras pasar, comenzó la marcha, poniéndose en el centro de la plaza y haciendo una visión periférica de todos los comercios... Luego miró atrás, hacia vanessa.

-Bien, aqui gente nueva... aires nuevos. Me reconforta- Añadió suspirante, parecía ilusionado, pero su deje de pasotismo estaba vigente aunque no se metió las manos en los bolsillos, cosa que resultó extraño.

Aunque él no quiera demostrarlo, se le nota ilusionado. Cuando se vuelve para mirarla, le dedica una amplia sonrisa, y se apresura para ponerse a su altura, aunque no dice nada. Para ser tan pasota, andaba muy rápido. Al igual que él, observa los establecimientos, aunque ninguno en particular atrapa del todo su atención.

Camina a su izquierda, mirándole de reojo cada pocos pasos, intercalándose su atención entre la novedad del sitio y Kyotsu. Cambia la lanza de la diestra a la zurda, y en lugar de llevarla colgando, la utiliza a modo de bastón. Parece mentira que sólo lleven juntos horas, pues para ella parecen haber pasado días.

- A… ¿A dónde quieres ir? – Frunce ligeramente el ceño cuando le sale la voz tan temblorosa, y se le suben los colores. A veces se siente estúpida…

*Kyotsu quedó pensativo, lo cierto es que era una ciudad nueva, así, se giró con lentitud hacia vanessa y le dijo con si típico tono de voz algo serio, pero con un regusto a entusiasmo que dejaba salir sin quererlo, aunque queriendo evitarlo.

-No sé, ¿Por qué no damos una vuelta? Con el dinero que me ha dado ese Ethan, sería mejor buscar un cambista para que nos diera la cantidad en platines, ya que lo tenemos en monedas de oro-

Sugirió dando un par de pasos hacia ella, quedando a un metro aproximadamente.- Y luego podríamos ver todos los distritos. Dicen que hay zonas muy interesantes- Y sin querer pensó ~~Como el hotel~~ Éso daba por hecho de que se trataba de un hombre heterosexual sin duda, las ideas fluían sin quererlo, y no podía negarse a fantasear con una preciosidad tal y como lo era aquella mujer. Sinceramente, nunca se había detenido a mirarla, pero ahora, a ése metro de distancia la idea aquella le surgió sola ¿Por qué sería?

Tras escucharle, asiente ante la proposición de recorrer los tres distritos. Luego ladea ligeramente la cabeza y se
mordisquea el labio, mirando un instante hacia el cielo.

- Pues… el dinero se quedó en la nave, guardado donde me dijiste.- Le sonríe cuando se acerca, jugando con los dedos de la diestra en el roto del vestido- Si pretendes cambiarlo hay que volver a por él. Podrías haberme dicho que lo trajese en lugar de guardarlo…

Se queda mirándole fijamente, sin que la sonrisa desaparezca de su rostro, esperando a que decida qué hacer. De todas formas, a esas horas no podrían hacer ya demasiado: estaba anocheciendo.

*Kyotsu escudriñó el rostro de ella como si la viera de forma diferente, y sus ojos, al ésta juguetear con el rasgón que poseía derca del pecho, no pudo evitar mirar para ver qué trataba de hacer. Mientras oteaba comanzó a hablar...

-Primero buscaremos a alguien que pueda cambiarnos el dinero, a pesar de que sea de noche, los comercios no parecen cerrar- Dijo de aquella forma tan asentimental, o al menos sin reflejar demasiadas cosas como de costumbre.

-¿Tienes idea de donde...- Preguntó viando como en su cara podría dibujarse unas facciones de extrañeza e ignorancia, antes de que ella hiciera un ademán o inspirar para contestarle, él dijo -no importa, supongo que alguna gente de aquí debe informarnos mucho mejor y ya de paso pregunto por más lugares.-

Deliberadamente se dio la vuelta tan impulsivamente como siempre y tocó el homóplato de un hombre obeso que paseaba por allí; éste se dio la vuelta y puso la típica cara para recibir una pregunta, a lo que Kyo dijo:

-Disculpa, sabría de alguien que compre oro?- - Ooh, claro que sí, en la tienda de Cid puedes encontrar cantidad de cosas, está allí al lado del taller recientemente instalado, de una chica llamada Anju...*Kyotsu cargó su peso sobre la pierna derecha y se cruzó de brazos pensando ~~Exceso de información, como de peso~~ pero le dejó continuar por respeto...*...Que se dedica a montar naves gumi, simpre y cuándo tengas dinero... Mira, mira *Se dio el gordinflón la espalda a kyotsu y le señaló una casita, luego volvió a girarse y dijo - Allí es- -Erhm... Gracias... hasta.. hasta luego....-

Tras ésa enérgica conversación del hombre obeso que ya se alejaba levantando una mano en señal de "de nada" se giró hacia Vanessa diciéndole:
-Espérame aqui, iré un momento por el oro- Pareció sonreir cuándo hechó a correr dando zancadas hacia la enorme puerta para acceder a donde habían aparcado la nave.

Se quedó allí en medio de la plaza, aún sonriendo, y viendo cómo Kyotsu se alejaba corriendo. Esperaba que no la dejase demasiado tiempo sola, ya que ella no conocía aquello, y era algo miedosa, aunque no lo admitiese. Buscó con los ojos a su alrededor, dando una vuelta completa sobre sí misma, hasta que encontró un banco de madera para sentarse. Desde allí observaba la gente que pasaba por delante de ella, y a veces la mirada se le iba hacia el establecimiento de Naves al que el amable hombre había hecho referencia. Hace girar el palo de la lanza entre sus manos.

Le llamó la atención un hombre que pasó con una bufanda. Allí no hacía tanto frío como para llevarla, pero bueno, eso no era de su incumbencia.

Cerró los ojos unos instantes mientras bostezaba. Su cuerpo le pedía descansar, pero no le importaba pasar la noche recorriendo la ciudad con Kyotsu, pese a que ninguno de los dos fuese demasiado comunicativo.

Estando abstraída pensando en él, escucha un grito desgarrador que no sabe de dónde procede, aunque curiosamente no se oye nada más. Los ojos se le abren de par en par. Mira hacia las puertas de la ciudad, deseando ver a su compañero peliblanco regresar, aunque nadie más parece preocuparse por el alarido.

*Kyotsu volvió corriendo de la nave con el saco en su puño diestro, se incorpró rápidamente a la plaza y buscó en el centro la silueta de Vanessa, Esperó no tardar mucho ya que iba alarmado por el alarido que resonó en la quietud de la noche.

sus ojos al fin se posaron en Vanessa, que seguía buscando con la mirada algún responsable o indicio de peligro, y sus miradas se encontraron cuándo a cuatro metros de ella se encontraba...

-¿¡Has escuchado éso!? preguntó el luchador escudriñando la cara de Vanessa por si podía sonsacar algo y terminando de acercarse en dos zancadas.- ¿Por donde ha sonado?- A ésa pergunta le siguió el pensameinto de ~~ ¡Tsch! el eco en el silencio de la noche se hace notorio entre las calles sería dificil de discernir de donde venía ~~ Aun pensando éso esperó una respuesta de su compañera, algo preocupado y dispuesto a investigar...

Se levantó para acercarse a él, desconcertada, y sin responder, le giró de malas maneras para que viese cómo el hombre de la bufanda acababa con la vida del mismo hombre que les había, minutos antes, ayudado. Ella miraba asomada la escena tras el cuerpo de Kyotsu, con las manos cerradas a ambos lados de su chupa de cuero.

- L-lo ha matado…

Al otro lado de la plaza se formó un pequeño revuelo, pero no sabía a qué se debía, ya que la gente corría y gritaba de forma desordenada.

*Kyotsu ante la cara desencajada de Vanessa giró rápidamente la testa hacia atrás viendo ahora como el corazón del gordinflón era consumido por ése Heartless, entonces giró completamente su torso, dándole la espalda a Vanessa y gritó en un tono que se alzó por encima de cualquier revuelo y le gente corriendo, alarmada y temerosa por su vida.

-¡Eh Tú!- Levantó su diestra con el puño cerrado excepto el índice que lo señalaba incriminatorio. En ése momento se dio cuénta de que en sus antebrazos poseía el mismo símbolo que Windollen cuándo se enfrentó una vez en Agrabah... Su ceño empezó a fruncirse y sus albinas cejas a encorvarse tornándose a un enfado latente, aunque apareciendo una sonrisa de diversión en su comisura derecha...

Sin más preámbulos dejó a Vanessa atrás, cargando su puño de llamas a la vez que lo retrasaba alcanzaba una velocidad sobrehumana, recorriendo los.. probablemente ocho metros que los separaban en cuestión de dos segundos.

¡¿Eres capaz de enfrentarte contra alguien decente y no con débiles!?- Parecía excitado ya que había comprobado que esas oscuras criaturas, denominadas por Hades como Sincorazones eran bastante fuertes... Pero el de Agrabah no pudo vencerle.

¿Por qué demonios era tan kamikaze…? Se quedó donde estaba, confusa y bastante preocupada, viendo como Kyotsu iba al encuentro del Sincorazón con intención de acabar con él. No pretendía infravalorarle ni siquiera mentalmente, pues
admiraba su fuerza y su astucia, pero aquel otro sujeto infundía miedo, esa aura macabra que lo envolvía poseía y la arrogancia con la que esperaba a que Kyotsu atacara no le gustaban. Aunque ambos parecían muy seguros de sí mismos.

Esperó a ver cómo se desarrollaban los hechos, lamentando la limitación mágica que padecían todos los hechiceros. No se veía capaz de ayudarle en el caso de que lo necesitase, y en último extremo, sólo podría atacarle físicamente. Resopla, quedándose al margen.

*El impulsivo joven con su puño diestro envuelto en llamas se dispuso a golpear en el estómago de una manera muy rústica y además a la distancia no adecuada, Su puño sabía que no llegaría a su estómago, sin embargo, contaba con que se cubriera el enemigo a ésa altura teniendo en cuenta la velocidad del albino.

Cuando extendió ése puño, el fuego se liberó del puño quedándose a medio metro del rival una bola de fuego que luego, siguiendo el impulso del puño hacia un lateral, levantó una pierna en el giro golpeando las llamas y creando una media luna de fuego que con el aire provocado por su patada se impulsó hacia la cabeza del sincorazón con un poder destructivo no atroz, pero si peligroso.

Mientras la media luna avanzaba, Kyotsu ya terminó de dar la vuelta sobre su otra pierna, apoyando las dos en el asfalto adquiriendo una postura defensiva con sus puños, que consistía en pegar el derecho a su mejilla y el izquierdo mantenerlo en un ángulo de 90º con el codo teniendo éste a la altura de la última costilla. Sus dedos se apretujaron en su guante encuerado, haciendo un sonido característico del cuero en fricción.

-¡Se te ve muy tranquilo!- Añadió en algún momento de la acción, mientras se supone, debería reaccionar.

La mano del incorpóreo parecía llevar el mismo camino que describió justo antes de arrancarle el corazón a aquel humano gordinflón. Deseaba gritar a Kyotsu para que se apartase, pero si lo hacía, lo más probable era que le distrayese y no quería que por su culpa le hiriesen. Rezaba por que él se apartase a tiempo, haciendo gala de su ya conocida velocidad, y consiguiese salvar esa barrera que era el escudo de Black para acabar con él.
Aún se oía gente huyendo, pero en general, en aquella plaza sólo se encontraban ellos tres: Kyotsu y Black peleando, y ella apartada, formándose en su cabeza mil y unas formas de desenlace para aquel combate.

Kyotsu terminó de dar la vuelta sobre sí mismo cuándo vio derrepente la luna de fuego disuelta en ésa especie de escudo que había creado con sus antebrazos. No tenía mucho tiempo hasta que el rival volviera al ataque, así que, cuándo éste se preparó, resvaló su pierna diestra agachándose con la siniestra, y haciendo de segundo apoyo su mano zurda que recién acoplaba en el suelo iintentando frenar la embestida del sincorazón haciendo un barrido con una patada circular a ras de suelo. El puño del rival ahora se dirigía a donde correspondería el pecho de Kyotsu antes de agacharse.

Su pierna era más larga que el puño del sincorazón, por lo que a no ser que tuviera buena reacción de movimiento, la patada impactaría provocándole una caida.

Mientras que hacía el barrido con la pierna zurda tenía intención de, tras éso, impulsarse fuertemente con la siniestra hacia atrás para guardar las distancias después de que cayera su rival... Si es que caía.

Tanta destreza en la batalla cuerpo a cuerpo le daba asco. Ya estaba de los nervios
por lo que le pudiera pasar a Kyotsu, pero la impotencia de no poder ayudarle
parecía acabar con ella. Pasó los dedos por sus cabellos, tirando algo más de
lo necesario, y luego miró en torno suyo. No esperaba encontrar nada, pero sus
ojos se posaron en un establecimiento en el que vendían artículos de magia y
similares, toda una delicia para magos y hechiceros. Las puertas parecían
abiertas, al igual que las de casi todos los comercios debido a la histeria
colectiva producida por los recientes asesinatos del Sincorazón.

Sin mirar alos luchadores, se alejó corriendo hacia aquel comercio, pues si no, iba a
quedarse anclada en aquel sitio. Se asomó cautelosa por la entrada y accedió al
espacio poco iluminado, pues seguro el hombre debió escapar cuando estaba
cerrando. Recorrió con la vista las estanterías, buscando unas pequeñas
botellitas de líquido verde, el ansiado éter. Allí, al alcance de cualquiera
que entrase, no estaba por lo que se acercó al mostrador y lo rodeó. Justo bajo
él había unas vitrinas ricamente decoradas en madera, hierro y cristal, y
dentro varias hileras de ampollas verdes.
Sin duda, era aquello lo que necesitaba. Buscó un tirador para abrir una de las hojas, pero como no encontró ninguno, golpeó es cristal con el puño sin pensarlo. La mano le sangraba, pero eso no era lo importante ahora. Cogió 6 botecitos que metió al bolso, y uno más para beberse, intentando no utilizar la diestra, que colgaba en paralelo al suelo, dejando un charquito de sangre.

*Efectivamente, Kyotsu se impulsó como tenía previsto con su diestra hacia atrás, aprobechando la fuerza del impulso de su pierna flexionada para hacer algo que le daría estilo. Saltó dando una vuelta de campana, para luego caer a unos cinco metros del rival, depié flexionando ligeramente las rodillas al aterrizar.

-Ése no será el único dolor que vallas a sentir, así que si tanto te gusta te haré gozar de lo lindo.- Le hizo un gesto burlón levantando su diestra con el pulgar extendido por encima de su hombro en un movimiento seco, indicándole que se largara. Luego, el mismo pulgar se lo pasó por su garganta, indicándole que si no se iba, moriría.

Volvió a posicionarse, pero ésta vez de diferente forma. Sus pies se había colocado en forma de arco, separado el uno del otro. el diestro hacia atrás recto, y el zurdo adelantado formando un ángulo de 45º. Sus manos también se posicionaron, colocó los puños cerrados con los nudillos hacia arriba al igual que los antebrazos y pegó el diestro al costado y el zurdo lo dejó extendido. -Deleítame...- Dijo una divertida voz que salió de lo más profundo de su ser.

Arrancó con los dientes el pequeño y sobresaliente tapón de corcho, lo escupió a un lado y vació en contenido en su boca abierta, inclinada la cabeza hacia atrás. Tragó
el líquido notando cómo iba calentando su garganta, su pecho, y luego se extendía con un rápido hormigueo por todo su cuerpo. Miró su mano con aprensión. “Me voy a desangrar, oh cielos… Moriré aquí como una vulgar ladrona y sin haber podido ayudar al chico.” Notaba que la boca se le secaba y le faltaba el aire, aunque al seguir agachada y no de pies, no padecía mareos. El pánico castigaba su cuerpo con sudores fríos. Cerró los ojos y apoyó la frente contra el mostrador. Respiró hondo varias veces de forma muy lenta, repitiéndose en voz baja “cálmate” entre cada exhalación de aire.

Tras varios minutos, cuando abrió los ojos y se levantó, ayudada por la lanza para
mantenerse erguida y estable, cogió la primera tela que vio – en aquellas tiendas abundaban por pura estética para adornar toda clase de objetos –, la enrolló entorno a la mano diestra sujetando un extremo de la mismo entre los dientes, y luego le hizo un nudo. Al punto, la tela empezó a absorber y secar la sangre de los cortes.

Lo más grave para ella ya estaba en parte y durante un rato solucionado; ahora lo que tocaba era intentar coger desprevenido a Black para que Kyotsu tuviera la oportunidad
de machacarle.