Una extraña llegada

-No... porfavor... no me mates... déjame vivir...

El anciano hombre, pegado a la pared del oscuro callejón sin salido, desprendía por todo su ser un terror y un miedo incomparables a cualquier sensación humana. Sus andrajosos ropajes estaban repletos de cortes y manchas, probablemente provocadas por la caida al suelo y el salpicar de la lluvia sobre los charcos de barro que abundaban en el callejón.

Frente a el, un joven de níveos cabellos avanzaba a su persona con despreocupado caminar. Vestía con una negra túnica y un traje color índigo, en cuyo pecho, podía observarse claramente un símbolo así: (http://rodml.blogspot.es/img/symbol.jpg)
Su figura era esbelta y delgada, apenas se notaba un poco de musculatura. Alcanzaba en altura probablemente el metro ochenta. Sus labios se curvaron mostrando una media sonrisa apenada:

-Hm... cuanto lo siento, me temo que no va a poder ser.-una risita brotó de su boca dejando entrever sus blancos dientes- Tienes un corazón demasiado apetecible como para dejarlo latir durante un minuto más.

A pesar de sus palabras, se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la salida del callejón.

-Encárgate, camaleón.-dijo justo antes de desaparecer por algo parecido a un vórtice oscuro.

Una figura invisible comenzó a tomar forma y color en el estrecho callejón. Parecía medir unos dos metros de alto y cerca de los tres de largo. El colorido cuerpo del monstruo era a rayas blancas y verdes, con unos pequeños ojos amarillos y una grandiosa boca. En su pecho se encontraba el mismo símbolo que se había podido ver en el de su lider.

El asustado anciano no podía hacer nada ante aquella criatura, por lo que su única acción fue pegarse máximamente a la pared. El conocimiento de que su final era cercano se dejaba ver en la estúpida mirada del sincorazón, quien parecía acercarse a él a paso de tortiga, lenta pero inexorablemente.

De improvisto, una oscura sombra cubrió el único lugar luminoso del callejón (El que separaba al sincorazón del anciano). Al principio, ninguno de los dos pudo identificar su procedencia, pero finalmente, una figura humana pudo verse descendiendo desde alturas inóspitas a una velocidad extravagante. El recorrido del humano fue modificándose hasta colocarse justo encima del camaleón, quien poco pudo hacer antes de ser ensartado por la cabeza y clavado de inmediato en el suelo, con una espada color Índigo atravesándole. La espada fue retirada de su rostro, pero, a pesar de que no estaba muerto, tampoco tenía fuerzas para pelear. Se limitó a retornar a su anterior transparecina y desaparecer del lugar. El recién llegado expulsó un suspiro de alivio ante la marcha del sincorazón. Tras hacerlo, echó un lento vistazo a su espalda, donde temblando, se encontraba el anciano humano.

-Márchese.-se limitó a pronunciar el de oscuros cabellos.

Tras esas frías palabras, comenzó a andar lentamente hacia la salida del callejón...

*había logrado ver aquel acto después de que compro algo de comida, aquel joven termino rápidamente con tan solo un golpe* genial *susurro notando que se acercaba a donde ella se encontraba y claro, no perdería oportunidad de hablarle. Cuando lo vio cercas y esperando que no se alejara se le puso en frente abrazando la gran bolsa de comida* mis disculpas *dijo con educación mientras bajo un poco su cabeza como saludo* mi nombre es leksi y acabo de ver lo que hizo *pensó que seria buena idea hacer crecer sus habilidades* me preguntaba si acaso usted podría enseñarme a usar la espada? *tenia mucha curiosidad por escuchar la respuesta, por lo que notaba, el era muy bueno con la espada*

Off: Leks, mi PJ ya no está ahí ^^U Ahora mismo está en el castillo de Bastion hueco, en la capilla ^^