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Vie Jun 29, 2012 12:14 am por Renvax
Ha pasado casi más de medio mes desde que empezaron las vacaciones y yo hice el esfuerzo de intentar revivir el foro pero no veo actividad por ningún lado ,ahora ni si quiera en el chatbox. ¿Hay alguien ahí? porque yo no veo a nadie en el foro. Os emocionasteis haciendo fichas pero no veo roleo,es que no veo ni en el chatbox.... eso sí,yo no puedo hacer más,he hecho …
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En busca de mitrilo
Organization XIII Rol :: Crónicas :: Versión 2.0 :: Threads :: Villa Crepúsculo
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En busca de mitrilo
Miia había llegado hasta el Inframundo, buscando al dios Hades. Quería preguntarle sobre el arma con forma de llave. Y si no sabía nada, preguntarle con quien podría hablar para preguntarle.
En cualquier caso, le había mandado de misión. Era la única manera de que el codicioso dios del Inframundo le diera respuestas.
Había llegado hasta aquella vieja mansión buscando mitrilo, según se dice muy común, así que no tendría muchos problemas para recoger los dos que se le habían encomendado.
La verja de entrada estaba abierta, así que Miia entró en aquel pequeño y mal cuidado jardín y atravesó la puerta hasta el interior de la mansión. Por algo era una mansión abandonada. Los suelos y paredes estaban recubiertos de polvo, las telarañas se habían formado por todas las esquinas y los muebles estaban rotos y raídos.
Miia se acercó lentamente hasta una mesa muy dada de si, que parecía a punto de caer dadas las carcomidas patas.
Pero, encima de la mesa, protegida por una cúpula de cristal, había una bonita maqueta de la mansión en todo su esplendor.
La chica no pudo evitarlo; tocó suavemente el cristal que recubría la mansión en miniatura.
A pesar de la delicadeza del movimiento, la mesa se desplomó, formando un gran estruendo.
Uy...
El ruido pareció llamar la atención de los moradores de la mansión. Todo un batallón de Sombras y Umbríos se alzaba, ante ella, amenazantes.
No habrá problema. Se dijo. Son de los débiles... Un solo ataque de gran envergadura en este espacio reducido y todos serán historia... musitó. Entonces, se pasó el dedo indice por debajo de la nariz, y dijo, con una sonrisa socarrona: ¡Pero entonces se acabaría la diversión!
Y se abalanzó sobre un grupito de sombras que había cerca de ella, masacrándolas de un solo golpe y haciendo que desaparecieran en una bruma negra. Un umbrío se le acercó por detrás. Una estocada dando un giro de 180 grados bastó para deshacerse de él. Un artefacto brillante cayó en las manos de Miia, que lo tiró por encima del hombro com si fuera basura.
Tch... Necesito Mitrilo, no guijarros.
Un umbrío la atacó por detrás, dándole en el hombro. Miia gruñó.
Vale, me habéis enfadado. colocó su hula-hop sobre las caderas y comenzó a girar. ¡¡Baile Mortal, versión plus!!
No había ningún aliado cerca, así que utilizó la variante más poderosa de su ataque. En apenas unos segundos, más de tres cuartos de los enemigos que había habido en la habitación desaparecieron en la oscuridad.
Cuando dejó de girar, no se sentía nada mareada, ya que había superado los mareos tras años perfeccionando su técnica. Entre inútiles pociones y guijarros, vio a lo lejos un brillo azulado. Corrió hacia allí, alegre. Exacto, allí había unos de los trozos de mitrilo que buscaba.
Acto seguido, observó a los enemigos que quedaban. Apenas veinte sombras y quince umbríos.
Miia pensó que ya había hecho suficiente ejercicio, así que alzó las manos hacia el techo, formando una enorme y densa nube. Dio tres piruetas y un rayo cayó encima de un umbrío que había cargado contra ella, haciéndolo desaparecer. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Mia.
¡Lluvia ácida!
Grandes cantidades de nocivo ácido corrosivo cayó sobre los enemigos que quedaban, desaciéndolos entre agónicos gritos.
Una vez hubo derrotado a todo bicho viviente, Miia comenzó a buscar, extraña, otro trozo de mitrilo. No podía ser, no habían dejado caer ni uno.
¿Cómo puede ser... murmuró. ... que no haya ni un trozo de mitrilo entre tanto sincorazón derrotado?
Y se sentó desanimada sobre el suelo. Pero tuvo que apartar rápidamente la mano con la que se había apoyado en el suelo. Se le había clavado una piedrecita de color azul.
¿Mitrilo?
Miró a su alrededor moviendo enérgicamente el cuello. Cerca de donde se había sentado estaba la maltrecha maqueta cobalto que antes había dejado caer. Se levantó y llegó hasta donde estaba a grandes zancadas.
La maqueta, aunque rota, estaba hecha de mitrilo tallado.
¡Misión cumplida! exclamó mostrando los dos trozos, uno con foma indefinida y el otro con forma de castillo asediado, a una cámara inexistente.
Acto seguido, se marchó a su anve gumi con una reluciente sonrisa en la cara.
En cualquier caso, le había mandado de misión. Era la única manera de que el codicioso dios del Inframundo le diera respuestas.
Había llegado hasta aquella vieja mansión buscando mitrilo, según se dice muy común, así que no tendría muchos problemas para recoger los dos que se le habían encomendado.
La verja de entrada estaba abierta, así que Miia entró en aquel pequeño y mal cuidado jardín y atravesó la puerta hasta el interior de la mansión. Por algo era una mansión abandonada. Los suelos y paredes estaban recubiertos de polvo, las telarañas se habían formado por todas las esquinas y los muebles estaban rotos y raídos.
Miia se acercó lentamente hasta una mesa muy dada de si, que parecía a punto de caer dadas las carcomidas patas.
Pero, encima de la mesa, protegida por una cúpula de cristal, había una bonita maqueta de la mansión en todo su esplendor.
La chica no pudo evitarlo; tocó suavemente el cristal que recubría la mansión en miniatura.
A pesar de la delicadeza del movimiento, la mesa se desplomó, formando un gran estruendo.
Uy...
El ruido pareció llamar la atención de los moradores de la mansión. Todo un batallón de Sombras y Umbríos se alzaba, ante ella, amenazantes.
No habrá problema. Se dijo. Son de los débiles... Un solo ataque de gran envergadura en este espacio reducido y todos serán historia... musitó. Entonces, se pasó el dedo indice por debajo de la nariz, y dijo, con una sonrisa socarrona: ¡Pero entonces se acabaría la diversión!
Y se abalanzó sobre un grupito de sombras que había cerca de ella, masacrándolas de un solo golpe y haciendo que desaparecieran en una bruma negra. Un umbrío se le acercó por detrás. Una estocada dando un giro de 180 grados bastó para deshacerse de él. Un artefacto brillante cayó en las manos de Miia, que lo tiró por encima del hombro com si fuera basura.
Tch... Necesito Mitrilo, no guijarros.
Un umbrío la atacó por detrás, dándole en el hombro. Miia gruñó.
Vale, me habéis enfadado. colocó su hula-hop sobre las caderas y comenzó a girar. ¡¡Baile Mortal, versión plus!!
No había ningún aliado cerca, así que utilizó la variante más poderosa de su ataque. En apenas unos segundos, más de tres cuartos de los enemigos que había habido en la habitación desaparecieron en la oscuridad.
Cuando dejó de girar, no se sentía nada mareada, ya que había superado los mareos tras años perfeccionando su técnica. Entre inútiles pociones y guijarros, vio a lo lejos un brillo azulado. Corrió hacia allí, alegre. Exacto, allí había unos de los trozos de mitrilo que buscaba.
Acto seguido, observó a los enemigos que quedaban. Apenas veinte sombras y quince umbríos.
Miia pensó que ya había hecho suficiente ejercicio, así que alzó las manos hacia el techo, formando una enorme y densa nube. Dio tres piruetas y un rayo cayó encima de un umbrío que había cargado contra ella, haciéndolo desaparecer. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Mia.
¡Lluvia ácida!
Grandes cantidades de nocivo ácido corrosivo cayó sobre los enemigos que quedaban, desaciéndolos entre agónicos gritos.
Una vez hubo derrotado a todo bicho viviente, Miia comenzó a buscar, extraña, otro trozo de mitrilo. No podía ser, no habían dejado caer ni uno.
¿Cómo puede ser... murmuró. ... que no haya ni un trozo de mitrilo entre tanto sincorazón derrotado?
Y se sentó desanimada sobre el suelo. Pero tuvo que apartar rápidamente la mano con la que se había apoyado en el suelo. Se le había clavado una piedrecita de color azul.
¿Mitrilo?
Miró a su alrededor moviendo enérgicamente el cuello. Cerca de donde se había sentado estaba la maltrecha maqueta cobalto que antes había dejado caer. Se levantó y llegó hasta donde estaba a grandes zancadas.
La maqueta, aunque rota, estaba hecha de mitrilo tallado.
¡Misión cumplida! exclamó mostrando los dos trozos, uno con foma indefinida y el otro con forma de castillo asediado, a una cámara inexistente.
Acto seguido, se marchó a su anve gumi con una reluciente sonrisa en la cara.
Miia- Reina de la Oscuridad
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