Un nuevo mundo sin corazón.

Rathalos apareció tras las puertas que daban a la plaza de la guillotina, se encontraba con los brazos entrelazados por detrás de su espalda y su capucha puesta...Entre la oscuridad de la capucha, logró ver como ése mundo era acorde con sus condiciones, y pese a ser totalmente oscuro, presentía corazones en aquel mundo que no le permitirían fácilmente que fuese controlado por los sincorazón.

Pensó bien sus movimientos, recapacitando el informe que tenía de sus antiguos antecesores; al parecer Oogie boogie había vuelto... Pero ése no era su objetivo, alguien más cercano, rehacio y ambicioso sería su nueva víctima... El doctor Flinkestein.

Así apareciendo una media sonrisa en la comisura izquierda de Rathalos, pensó para sí mismo -He pensado bien mis movimientos, lo mires por donde lo mires, si controlo a Flinkestein... puedo controlar mucho más que con Oogie boogie... los otros sincorazones eran estúpidos, Saïx tenía razón... Pero... Tenía-

Entonces dio un par de pasos para que la verja que daba a la plaza de la guillotina se abriera por completo, entonces volvió a emprender su caminar... Una guillotina adornaba el centro de la plaza, y ésto le resultó muy gracioso ya que la idea de regalarle a la reina de corazones ésa guillotina pasó por su mente... Siguió paseando, mirando todo lo que alrededor se encontraba, mirando como los habitantes lo miraban con ojos extraños ya que al fin y al cabo, por mucho tétrico disfraz que llevase encima, se trataba de un forastero.

-Ahí es.- Dijo cuándo su mirada apuntaba hacia el laboratorio; entonces giró su torso y se encaminó, atravesando la verja de éste y subiendo las escaleras...

Un arremolinante viento comenzó a azotar la plaza de l guillotina de aquel tenebroso mundo. Las farolas, parpadeaban, cual luz que comeinza a perder su energía. Las puertas metálicas, chirriaba, y todo aquello, le daba un toque aún más mácabro a la ya de por si terrorífica plaza. La entrada de un chico de níveos cabellos, hizo cesar todo aquel caos, como si aquel elemento que segundos antes había despertado, le obedeciera cual perro a su amo.

-Tch... que lugar más...-una sádica sonrisa y una mirada asesina se mostraron en el rostro del reciçén llegado-perfecto.-finalizó.

Comenzó a andar por la plaza, donde una extraña fuente de líquido verde dominaba en su centro exacto. Durante un segundo, el sincorazón airoso, cruzó los brazos y cerró los ojos relajadamente. Sin duda, la oscuridad era dominante en aquel lugar, como debía ser... pero... había algo... algo destacaba entre todos esos sincorazones... De nuevo, los frívolos ojos del sincorazón fueron abiertos, mientras, sus pasos se dirigían a una extraña casa...