[Mini-trama] El destino de los sincorazón.

por **Greiv** Jue Jun 07, 2012 10:27 am

Hacía más de dos años que no pisaba este lugar. Las Islas del destino, un archipiélago de ambiente tropical ubicado en el Reino de la Luz. Para cualquier turista este mundo parecería el lugar idóneo para pasar las vacaciones. En la costa, los cálidos rayos del sol rebotan en los finísimos granos de arena que pueblan las playas, emitiendo una calidez perfectamente equilibrada gracias a la frescura de levante. A lo largo de la ensenada, decenas de palmeras emergen aleatoriamente acompañadas del sutil canto de las aves y el jolgorio de los niños que juegan sobre el muelle de madera. Una suave brisa zarandea la palmera más excepcional de las Islas del Destino, dejando caer una fruta singular cuanto menos que, como era de esperar, no pasa desapercibida ante los brillantes ojos ambarinos del recién aparecido sincorazón.

-Hum?- articuló el mismo al tiempo que se arrodilla sobre su pierna derecha para recoger la pieza en forma de estrella -Qué simpático- exclamó refiriéndose por su puesto a aquel fruto amarillo.

Depués de haber pasado los últimos meses de su vida rodeado de sombras, ya os podéis imaginar lo que significaba todo aquello para su "corazón": paz y sosiego. Una gota de tranquilidad en medio del caótico océano de conflictos y autodestrucción que era su vida. En serio, 24 meses de batallas sin cuartel dejan algo más que huella, incluso en el interior de este desafortunado sincorazón.

Greiv se sentó sobre el tronco reclinado del árbol perteneciente a la fruta. A continuación, alzo la mano con la estrella sobre su cabeza en dirección al sol para ver si, por casualidad, así percibía la fuente de la sensación tan extraña que le producía "¿Felicidad? ¿Alegría? Tampoco…" El sincorazón de níveos cabellos continuó enumerando durante un buen rato todos los sentimientos que reconocía para ver si así atinaba por fin con el anhelado.

Podría decirse que estuvo más de una hora sosteniendo el fruto sobre su cabeza, cambiándolo de posición y jugando con él, probando su jugo y utilizándolo para hacer malabares…

-Mm… Todavía nada. Que extraño. Es como sí… ya lo hubiera visto antes. Pero estoy seguro de que la última vez ni siquiera me acerqué a este lugar. ¿O tal vez sí?-Como en realidad no tenía nada mejor que hacer, simplemente continuó manipulando el fruto estrellado hasta que finalmente se cansó y lo arrojó al mar.

Para aquel entonces la marea ya estaba subiendo, el sol se precipitaba sobre el horizonte, y los niños que hasta aquel entonces habían estado jugando en la playa habían sido sustituidos por pequeñas sombras que esperaban ansiosas la llegada de la noche.

Greiv pensó "Parecen contentas". A pesar de que se trataba de un puñado de indeseables purasangres, sincorazones con los que ni siquiera él quería tener nada que ver. Sin embargo, no pudo evitar sentir algo de nostalgia al ver a sus hermanos menores… ENTONCES, y solo entonces, fue cuando finalmente pudo dar con el sentimiento que había estado buscando: "¡Morriña! Vaya. Así que era eso. Bueno, no lo entiendo del todo pero, supongo que podré vivir con ello" reflexionó.

…Mientras, una pequeña pero notable mueca de felizidad comenzó a ganarse poco a poco un hueco en el implacable rostro del sincorazón alvino. Y en su corazón, una antigua pero alegre melodía resurgió del olvido para sonar por última vez.

por **Black** Vie Jun 08, 2012 9:21 am

Un viento cetrino, una luz hosca como ninguna y los clamores esparcidos de diferentes aves y murmullos de leves multitudes, eso era lo que podía percibir con cierto desdén un indolente ser, el ente caminaba a paso estoico, parecía que sus pies pesaban cual plomo ya que en momentos no podía levantarlos, trataba de ocultar su mirar bajo su mano evitando así los estridentes rayos solares que tanto detestaba, paralelamente recordaba el porqué había terminado en un sitio tan molesto para su persona.

Ya hacía años que su pelea con aquel albino concluyo y su derrota aun le dolía no corporalmente si no en su orgullo esperaba que en algún momento volvería a ver a aquel fardo humano y así proclamar su desquite, otro factor muy importante era la desaparición de el autonombrado líder de los descorazonados Rhatalos...a el funesto ser no le interesaba en demasía la situación de su líder pero la carencia de trabajo comenzaba a fastidiarle, había llegado a un lugar que tenía demasiado sin visitar "las islas del destino" un lugar repleto de luz y tranquilidad cosa que le causaba monotonía, solo que sus vagantes pasos le llevaron por mera obra del destino.

.- Odio el sol...-Cual susurro aquel ser lanzo un comentario o más bien una queja hacia su misma persona, no toleraba al astro rey por eso prefería tierras carentes de luz, repentinamente una sensación lozana comenzó a inundar a aquel moreno, se trataba de la arena parecía ser que por fin entro en el terreno de la playa, sin mas energías para oponerse a sus propias restricciones el hombre solo se sentó debajo de la enteca sombra que le brindaba una palmera.

Su mirada ambarina no pudo evitar clavarse en los niños que con fruición jugaban, un epigrama cruzo la mente de aquel hombre y era el de desgarrar a aquellos infantes proclamando sus corazones, pero tal acto solo alimentaria su glotonería y no su aburrimiento por lo que decidió cerrar sus parpados y esperar a que Morfeo le reclamase.

El tiempo comenzaba a recorrer el mundo y poco a poco el astro rey perdía terreno ante las próximas penumbras que marcaban como suyo el firmamento, cuando la luz solar se opaco aquel sin corazón abrió de golpe sus ojos dejando ver sus fulgurantes orbes que se activaban cual antorcha ante la oscuridad, se levanto con esmirriado movimiento, miro el lugar donde los críos jugaban y solo miro a los lánguidos sincorazones de raza pura...no le molestaban ni siquiera les miraba como vidas servibles, mas algo provoco que olvidara aquella escena rápidamente.

De pronto algo provoco que los epigramas de aquel ser se desmoronaran al instante y seria un extraño grito, al buscar al artífice de dicha expresión solo encontró a lo que parecía ser un niño abrazado por las penumbras, la palabra que menciono con tanta pasión se marco en su mente "morriña", cuando se disponía a ignorarle noto que las penumbras no le envolvían...sino que nacían de él, había encontrado a un congénere, por lo que decidió acercarse a paso indolente.

.- Morriña?...la melancolía no es motivo de celebración mucho menos en seres como nosotros...- las palabras que surgían de los ocultos labios de aquel ser eran parcas pero duras sin sentimiento alguno, cuando por fin sus piernas le llevaron a una distancia prudente decidió detenerse y clavar su dorado mirar en el joven.- Quien eres?...-

por **Greiv** Dom Jun 10, 2012 5:01 am

-¿Cómo decirlo…? Alguien a quien no le importa lo más mínimo si lo que siento sea impropio de mi esencia o no- respondió apresuradamente sin siquiera tornarse para verificar el cuerpo del cual provenía aquella voz tan áspera. Tal vez si se hubiera girado antes de dar una forma verbal a sus pensamientos, a continuación no habría sentido la misma presión que casi desgarra sus músculos desde el interior. La presencia de aquel ser… imponía mucho más que la de cualquier otra alma con la que se hubiera topado antes. Una presencia sobrecogedora, y solo comparable a la del mar embravecido.

De inmediato y casi por instinto, las pupilas ambarinas del desaventajado sincorazón se dilataron sin que este pudiera hacer nada para evitarlo. Del mismo modo, su arma, la "Regalía de la Oscuridad" que había portado desde su viaje al Reino de la Nada, procuró el modo para manifestarse por su cuenta, desatendiendo la voluntad de su amo, cubriendo ambos, sus pies y manos, con placas metalizadas en forma de guantes y botas que describían una espiral de energía oscura alrededor de su cuerpo. Desde el mismo instante en que los orbes de ambos congéneres se entrecruzaron, Greiv pudo experimentar en sus carnes, y por primera vez, un sentimiento desconocido y completamente opuesto al penúltimo reflejado en su rostro: "miedo". El terror quedó plasmado en su semblante como si de una cicatriz se tratase.

-*¿Le habrá molestado? Mierda. Esto no pinta nada bien*- .

El sincorazón de níveos cabellos comenzó a analizar la apariencia del recién llegado. Cierto era que exteriormente no parecía haber mucha diferencia entre ambos: la misma altura, el mismo físico, inclusive la misma insignia pero, ahí termina todo.

Al ver que su indescifrable y tenebroso "hermano de sangre" no realizó movimiento alguno cuando su arma cobró vida propia, el sincorazón de níveos cabellos pudo al fin tomarse un tiempo para tranquilizarse y meditar sobre lo ocurrido. Empezando por recular sobre sus pasos: guardó su regalía, relajó la espalda, tragó saliva y se rascó la nariz, "Hugh". Entonces y solo entonces estuvo en condiciones de devolverle la mirada a Black:

-Lo siento. No lo tomes a mal. Ultimamente me cuesta bajar la guardia… *sobre todo si un sincorazón se me acerca silenciosamente por detrás*-. Apoyó las manos en la cadera -Pero en fin, si lo que querías era una respuesta, supongo que ya la tienes. Puedes llamarme Greiv-.

Una vez aclarado el malentendido dedicó unos segundos a reflexionar, si la respuesta que le había ofrecido podía esconder algún tipo de connotación o doble sentido que pudiera ser malinterpretado. Claro que eran palabras llenas de sinceridad. Una oración nacida directamente de su corazón que ejercía a la vez como un espejo de su forma de ser. Y que daba razones de sobra para que, quien la escuchara, entendiese que estaba ante un sincorazón que no se dejaba guiar por los preceptos que el destino concibiera una vez para los de su raza.

Poco después, cuando el silencio hubo robado unos segundos de su tiempo, el sincorazón de níveos cabellos se expresó nuevamente en un tono tranquilo, pero directo y, en cierta medida, provocativo; demandando al origen de su malestar que respondiera con la acostumbrada cortesía:

-¿Y tú? ¿Si no es molestia, me gustaría saber tu nombre? -.

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