[Mini-Trama] Te canta el aliento

Lentamente, muy lentamente, la incorpóreo comenzó a abrir los ojos. Se los frotó con los nudillos al no recibir apenas luz, y cerró los párpados con fuerza. Cuando los volvió a abrir, vio una especie de techo rojizo... que se movía. Como si se tratará de un resorte, se incorporó de cintura para arriba, quedando sentada. Alice contempló aquel lugar, tratando de averiguar donde se encontraba. Veía extrañas paredes violetas que temblaban, con extrañas manchas de muchos colores y canales rojos, azules y morados que se entrelazaban por todo el lugar. La rubia notó como una corriente de aire proveniente de su espalda removía sus cabellos. Aquella brisa era... horrorosamente pestilente. Se dio la vuelta, viendo grandes concentraciones de pelillos blanquecinos, casi tan altos como ella misma.

Se cruzó de brazos, tratando de recordar lo que había hecho antes de llegar a aquel lugar. Recordaba una discusión con Renvax debido a las clases para que aprendiera a relacionarse. Alice robó una nave gumi que se encontró abandonada en el bosque de juncos de Tierra de Dragones, a sabiendas de que era más posible que Renvax la detectara si usaba un portal de oscuridad.
Estuvo viajando unas horas por el espacio a duras penas, ya que apenas sabía conducir: lo había hecho cuando era humana, pero ni siquiera sabía si esos recuerdos eran reales.
Recordaba haber chocado contra una estructura gris que no parecía un Mundo. Posteriormente, aquel ser comenzó a moverse, mostrando una gran boca y unos ojos iracundos. De un rápido giro, la criatura golpeó la nave con la cola y... oscuridad. Alice se desmayó debido al golpe.

De nuevo, una brisa caliente y que olía fatal recorrió cada uno de sus músculos. Le recordaba a su propio aliento por la mañana, cuando estaba recién levantada. Un aliento. Una respiración. Las paredes se movían...
Cuando la incorpóreo logró atar cabos, se quedó unos minutos inmóvil. De pronto, rompìó a gritar como una descosida y a correr por la lengua de la bestia que se la había tragado, dejándose llevar por el pánico y olvidándose completamente de que era una incorpóreo y que podía huir del lugar sin problemas usando un portal de oscuridad

En su carrera sin sentido producida por el pánico, Alice pudo oír una voz que le recordó a Renvax. Pero era imposible que, entre tantos lugares, la hubiera encontrado tan rápido, así que decidió que lo que había oído no era más que una alucinación. Sin embargo, volvió a oír la voz, y tuvo que darle credibilidad cuando vio la túnica negra y el castaño cabello con reflejos rubios que tanto conocía durante el estado de pánico irracional.

Finalmente, se dejó caer de rodillas sobre la húmeda superficie, sufriendo aquellos sentimientos encontrados. Primero, el no saber que había ocurrido exactamente. Segundo, el darse cuenta de que no era una humana indefensa y que podía salir de allí perfectamente. Tercero, la alegría por saber que no estaba atrapada realmente en un monstruo espacial. Y cuarto, la vergüenza por haber permitido que Renvax contemplara una escena tan patética.

Se levantó con rapidez tras aquellos segundos, tratando de apartar cualquier suciedad que pudiera haberse quedado pegado en su traje sacudiéndoselo con las manos desnudas. Aquella húmeda lengua podía estar repleta de gérmenes. Alice se giró hacia Renvax, con una gran sonrisa avergonzada y ambas manos detrás de la espalda.

-¿Qué hay, Renvax? ¿Qué haces tú por aquí? -le entró la risa tonta durante unos segundos y se rascó la coronilla con la mano derecha-. Yo estaba... practicando... la huida. No parece que se me de muy bien; me has pillado enseguida. Je, je, je...