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Vie Jun 29, 2012 12:14 am por Renvax
Ha pasado casi más de medio mes desde que empezaron las vacaciones y yo hice el esfuerzo de intentar revivir el foro pero no veo actividad por ningún lado ,ahora ni si quiera en el chatbox. ¿Hay alguien ahí? porque yo no veo a nadie en el foro. Os emocionasteis haciendo fichas pero no veo roleo,es que no veo ni en el chatbox.... eso sí,yo no puedo hacer más,he hecho …
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Recuerdos del despertar
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Recuerdos del despertar
Un ligero temblor sacudió el vacío.
En medio de un frondoso y oculto bosque, se encontraba el cuerpo tendido de un joven, sin notarse otra cosa que la quietud de los árboles y el chico. No obstante, el joven abrió los ojos. Si alguien hubiese pasado por allí, se habría alarmado al ver su fría y vacía mirada, como la calma que precede a una tormenta ambarina.
Tras unos minutos, el chico se levantó despacio. Miró a su alrededor sin mirar, con una extraña sensación, que unos instantes después corrigió en su mente. Aquello que notaba no era ni siquiera una emoción. Al contrario, no sentía nada en su interior, y en su mente, donde intentó buscar algo para orientarse, solo encontró otro inmenso vacío. Sin recuerdos, con la nada como única guía para ir a algún lugar.
El joven comenzó a caminar hacia una dirección al azar. De repente, un torrente oscuro surgió en el aire, abriéndose. El chico se quedó quieto mirando el vórtice de oscuridad. De él salió una figura masculina con una gabardina negra y ajustada, cuyo rostro se ocultaba bajo la sombra de una capucha. El joven notó un escalofrío y algo parecido al interés en las atractivas formas que marcaba la ceñida gabardina. Sin embargo, su expresión seguía tan inexpresiva y seria como antes.
Sin previo aviso, un fogonazo tuvo lugar en alguna parte de su nublada memoria, dejando ver tan solo una palabra.
- Eriel-dijo de repente el chico.
El hombre de la gabardina soltó una risotada y dijo con voz pícara:
- Así que ese era tu anterior nombre, ¿eh?
Exirle salió de su ensoñación. Aún recordaba cómo los de la Organización lo habían reclutado para su causa, aunque el joven incorpóreo pensaba que se habían aprovechado de su estado (prácticamente estaba bloqueado en todos los sentidos). No obstante, tras entrar, aprendió muchas cosas sobre su condición de incorpóreo y el poder que tenía, y lo más importante: consiguió un nombre propio, cambiando el orden de las letras de su nombre anterior, cuando era un ser completo: Exirle. Además, recibió un título un tiempo más tarde, como todos los pertenecientes a la Organización. Los altos cargos decían que era para promover la fuerza individual a la vez que se intentaba forjar lazos. El chico pensaba que era todo un poco hipócrita, al fin y al cabo, no podían sentir emociones, solo imitarlas. ¿Por qué tanta parafernalia? Esta y más cosas eran las que se preguntaba Exirle cada vez que se tumbaba en su cama a descansar o, como ahora, iba a poner en orden sus pensamientos sentado a los pies de un árbol al bosque cercano a la Vieja Mansión de Villa Crepúsculo, donde nació como incorpóreo. Pero, cada día que pasaba, tenía más dudas sobre el tiempo que debía alargar su estancia allí. Tenía amigos, o algo cercano a ellos, como Luxord, en parte por la fuerte atracción que provocaba el “carácter” pícaro y elocuente del tahúr, que Exirle atribuía a ecos de su “yo” auténtico.
Esperaba, sentado en la hierba, una señal que le indicase qué hacer a continuación.
En medio de un frondoso y oculto bosque, se encontraba el cuerpo tendido de un joven, sin notarse otra cosa que la quietud de los árboles y el chico. No obstante, el joven abrió los ojos. Si alguien hubiese pasado por allí, se habría alarmado al ver su fría y vacía mirada, como la calma que precede a una tormenta ambarina.
Tras unos minutos, el chico se levantó despacio. Miró a su alrededor sin mirar, con una extraña sensación, que unos instantes después corrigió en su mente. Aquello que notaba no era ni siquiera una emoción. Al contrario, no sentía nada en su interior, y en su mente, donde intentó buscar algo para orientarse, solo encontró otro inmenso vacío. Sin recuerdos, con la nada como única guía para ir a algún lugar.
El joven comenzó a caminar hacia una dirección al azar. De repente, un torrente oscuro surgió en el aire, abriéndose. El chico se quedó quieto mirando el vórtice de oscuridad. De él salió una figura masculina con una gabardina negra y ajustada, cuyo rostro se ocultaba bajo la sombra de una capucha. El joven notó un escalofrío y algo parecido al interés en las atractivas formas que marcaba la ceñida gabardina. Sin embargo, su expresión seguía tan inexpresiva y seria como antes.
Sin previo aviso, un fogonazo tuvo lugar en alguna parte de su nublada memoria, dejando ver tan solo una palabra.
- Eriel-dijo de repente el chico.
El hombre de la gabardina soltó una risotada y dijo con voz pícara:
- Así que ese era tu anterior nombre, ¿eh?
Exirle salió de su ensoñación. Aún recordaba cómo los de la Organización lo habían reclutado para su causa, aunque el joven incorpóreo pensaba que se habían aprovechado de su estado (prácticamente estaba bloqueado en todos los sentidos). No obstante, tras entrar, aprendió muchas cosas sobre su condición de incorpóreo y el poder que tenía, y lo más importante: consiguió un nombre propio, cambiando el orden de las letras de su nombre anterior, cuando era un ser completo: Exirle. Además, recibió un título un tiempo más tarde, como todos los pertenecientes a la Organización. Los altos cargos decían que era para promover la fuerza individual a la vez que se intentaba forjar lazos. El chico pensaba que era todo un poco hipócrita, al fin y al cabo, no podían sentir emociones, solo imitarlas. ¿Por qué tanta parafernalia? Esta y más cosas eran las que se preguntaba Exirle cada vez que se tumbaba en su cama a descansar o, como ahora, iba a poner en orden sus pensamientos sentado a los pies de un árbol al bosque cercano a la Vieja Mansión de Villa Crepúsculo, donde nació como incorpóreo. Pero, cada día que pasaba, tenía más dudas sobre el tiempo que debía alargar su estancia allí. Tenía amigos, o algo cercano a ellos, como Luxord, en parte por la fuerte atracción que provocaba el “carácter” pícaro y elocuente del tahúr, que Exirle atribuía a ecos de su “yo” auténtico.
Esperaba, sentado en la hierba, una señal que le indicase qué hacer a continuación.
Exirle- Incorpóreo
-
Cantidad de envíos : 48
Localización : En ningún lugar, intentando recordar...
Fecha de inscripción : 07/07/2010
Hoja de personaje
Platines: 115
Inventario:
Re: Recuerdos del despertar
El incorpóreo decidió volver al Mundo Inexistente. Seguro que habría alguna misión que podía hacer para despejar su mente.
Exirle- Incorpóreo
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