Paraíso Nocturno

La puerta de la Tienda de Accesorios acababa de cerrarse con un ligero portazo. Aparentemente la tienda estaba vacía, pero se oía un ruido que provenía de la parte de atrás de la tienda. Allí Enrah subía como podía una caja llena de piezas de gummi encima de un estante. Llevaba puesto un delantal de mecánico y unos guantes marrones, también de mecánico. Solía llevar eso puesto cuando Cid la dejaba encargada de la tienda mientras él salía a hacer algún recado, y ahora se daba el caso. Cid acababa de salir de la tienda. Le dijo a la chica que tuviera cuidado y que si llegase a ocurrir alguna cosa peligrosa no dudase en usar la fuerza. Con "alguna cosa peligrosa" se refería a un sincorazón. Desde que la pelirroja se enfrentó a uno, hace ya dos años aproximadamente, y estuvo a punto de perder su corazón, el viejo de Cid la ayudó a entrenarse y ahora ya era lo bastante fuerte, seguramente, para vencer con bastante facilidad a una Sombra pequeña, pero hasta día de hoy no ha podido probarlo, ya que últimamente no aparecían sincorazones, y si aparecía uno se ve que era algo que se debía contar a todo el mundo. Enrah siempre era una de las últimas en enterarse de si había un sincorazón.

Salió del garaje y se colocó detrás del mostrador, apoyando los codos en él. Observó el local de un lado a otro y se preguntaba por qué no estaba ya petado de gente que quisiera comprarse una nave e irse de ese lugar. Aunque la verdad es que tenía su encanto. Siempre estaba de noche, y las estrellas eran visibles todo el dia. Era bonito, pero Enrah quería ver el día; la mañana; la luz natural. Nunca tuvo la oportunidad de verlo. Al menos eso creía ella. De todos modos no pensaba en ello ahora mismo. Pensaba en cómo reaccionaria a la llegada del próximo posible cliente que entrase por aquella puerta. Apoyó la cabeza en uno de los puños y con la otra mano empezó a hojear sin mucha interés una revista sobre piezas de gummi que había encima del mostrador.

En ese momento sonó la campana sobre la cornisa de la puerta que anunciaba la llegada de su primer cliente, o al menos eso era lo que parecía. En cualquier caso se trataba de un individuo bastante peculiar: un joven adulto de no más de veinte años, con el cabello rojo como la sangre y ojos a la par, embutido en una chaqueta negra y unos pantalones pitillo de tiro bajo. El muchacho de cabello escarlata recorrió tranquilamente las estanterías de la tienda, sin darse demasiada prisa en aproximarse al mostrador donde descansaba muerta de aburrimiento la siempre intranquila dependienta de Ciudad de Paso.

De lejos parecería un cliente más, sin duda, pues no desprendía ningún tipo de aura maligna. Aunque, por otro lado, debido a la escasez de sincorazones en los alrededores durante los últimos años, nadie se esperaría una incursión tan arriesgada como esa. Es más, cualqueira que se hubiese fijado en su rostro sería incapaz de reconocerlo como una criatura de la oscuridad sin antes dudar de sí mismo. Su disfraz era perfecto; y lo más escalofriante de todo: no estaba actuando.

Por otra parte, lejos de aparentar preocupación, el encubierto sincorazón se mostraba tranquilo y sereno como el que más. Y en cierto modo, no tenía motivos para preocuparse demasiado, o tal vez sería más acertado decir que nunca había experimentado una situación lo suficientemente "adversa" como para obligarle a perder los estribos.

Tras hacerse derrogar, el inusual turista se acercó por fin al mostrador con una turbina entre sus manos que, previamente, había extraído de las cajas de piezas económicas que descansaban en un rincón de la habitación.

-Disculpa- articulo el sincorazón a la vez que alzaba la pieza ocsidada con la diestra -me gustaría saber si trabajáis habitualmente con piezas de este tipo-. Llegado a este punto, se detuvo para entregarle el artefacto de segunda mano a Enrah para que esta pudiera examinarlo con detenimiento.


-Se trata de un modelo muy antiguo que responde a la primera versión de "Fenrir", diseñada en la antigua Bastion Hueco. He venido hasta esta ciudad solamente para obtener información de dichas naves. Si pudieras ayudarme, nunca olvidaría este favor-. El chico parecía entender de mecánica. Miró a Enrah directamente a los ojos con una tibia sonrisa de interés en su rostro que, sin embargo, parecía estar llena de dulzura y sinceridad. Dos emociones bastante inquietantes, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de uno de los sincorazónes más malvados y despiadados del Reino de la Oscuridad.

La atención de la chica fue a parar inmediatamente a la puerta de la tienda cuando sonó la campana. La persona que acababa de cruzar la puerta le era desconocida a Enrah. Se conocía a todas las personas de Ciudad de Paso y a este no lo había visto nunca, aunque había algo en ese maquillaje de su rostro que la hacía tener un deja vu, uno de lo más desagradable. De todas maneras este personaje no dejaba de ser su cliente, así que lo saludó intentando no mostrar mucho entusiasmo:-Hola

El joven no la saludó y empezó a curiosear por las estanterías. Enrah no juzgaba, simplemente seguía mirando la revista, pero observando al visitante de reojo. Finalmente el chico decidió acercarse al mostrador con una especie de turbina en las manos. Enrah miró al objeto envuelto, luego al chico preguntándose qué podría haber allí dentro. Apartó la revista dejando sitio para la pieza y lo examinó mientras el chico explicaba el motivo de su visita. Interrumpió la examinación y miró a los ojos del chico cuando le dijo que venia de otro lugar, sin poder evitar quedar un poco boquiabierta.

Hacía tiempo que nadie pasaba por allí por decisión própia, y aquello la intrigaba:- La verdad es que nunca había visto una pieza igual. . . o tal vez sí. Deja que revise el catálogo. Después de rebuscar un rato debajo del mostrador, sacó una hoja con la imagen e información de diferentes piezas de gummi, aunque lo ignoró un par de segundos después y miró al chico con una sonrisa y preguntó con voz curiosa y un poco baja, como si temiera que Cid la pudiera estar escuchando desde donde fuera que estuviera el dueño de la tienda de accesorios:- Oye. . . ¿Dices que vienes de otro mundo? ¿Con qué has venido? Apoyó los codos al mostrador y acercó ligeramente la cara hacia el chico, sin poder contener una sonrisa. Pensaba que tal vez había venido con una nave gummi. Iría a ver el modelo de tal nave y le recomendaría mejores piezas, tal vez ganándose un cliente, pues no imaginaba que el ser que tenía delante pudiera ser un sincorazón.

Spoiler:

Vrige escuchó la última pregunta de la dependienta sin prestarle demasiada atención. De hecho, estaba más interesado en la información que de ella pudiera obtener que en cualquier otra cosa y su mirada así lo demostraba. No obstante, si que le pareció una pregunta curiosa, hasta el punto que casi deja escapar una risa puntiaguda y algo perversa. Obviamente, pues en el fondo no dejaba de ser un sincorazón y, como tal, no había venido hasta Ciudad de Paso montado en ninguna nave gummi. Pese a todo logró mantener la compostura con el fin de evitar que aquella situación se le fuera de las manos. No tenía ninguna intención de mentirle; por muy malévola que fuera la naturaleza de su corazón, mentir no era para nada su estilo. Por otra parte, tal vez sí que merecía la pena reflexionar unos instantes sobre el tema para hallar la respuesta más oportuna.

"*¿Qué debería hacer?*" se autocuestionaba el sincorazón de cabello escarlata mientras la inocente humana rebuscaba entre los archivos del almacén el registro del modelo que este le había encargado.

Como era de esperar, en lo que dura un parpadeo ya había tomado una decisión. Apoyó los codos sobre el mostrador descansando ambos brazos y en un tono provocativo y, por que no, algo travieso, le propuso a la singular pelirroja un trato que quizás le podría interesar:

-Disculpa mi atrevimiento pero pareces una humana bastante solitaria. Estoy convencido de que te hace falta una buena aventura. Si por casualidad das con el registro de la turbina prometo que te enseñaré mi medio de transporte- concluyó el sincorazón con la mano derecha en alza y la zurda sobre el pecho.

El sincorazón de cabello escarlata se quedó perplejo ante lo ocurrido, sin poder evitar dar signos de sorpresa pues aquella maravilla aleatoria no era algo que se viese todos los días, "Wouh".

Antes de que se diese cuenta la penumbra ya había envuelto su cuerpo. Podía percivirlo. Le estaba llamando. Una fuerza colosal, muy superior a cualquier oscuridad que hubiese sentido en su vida. Y sin pensárselo dos veces, el joven sincorazón se dejó llevar por aquella oscuridad, sin importarle su objetivo. En un instante había olvidado por completo los motivos que le habían traído hasta allí. Simplemente sentía… que debía ir.

"Parece que hasta aquí hemos llegado chica" dijo Vrige entonando una media sonrisa, con los ojos cerrados y dejando que el bucle de oscuridad le atrajese hasta su centro.

"La oscuridad se parece mucho al océano, ¿no crees? Es poderosa e impredecible y, sin embargo, tiene algo imnótico. Te absorbe como un vórtice y, si no tienes cuidado, te controlará para siempre". El sincorazón de cabello escarlata extendió su mano derecha hacia Enrah.




Acto seguido el cuerpo del sinrazón se desvaneció en la penumbra, dejando a Enrah completamente sola ante el atractivo de aquella la oscuridad.




OFF: Vrige sale de escena.