Misión: Vencer a 50 Neosombras // Entrando

Una Miia sucia estaba paseando por los acueductos del Bastión Hueco. No dejaba de quejarse y de auto-recriminarse el haber tenido una idea tan mala, como lo era el acudir al lugar de la misión por un camino tan degradante como eran las cloacas. Mas no tuvo más remedio. El camino estaba cerrado.
-Me pregunto si aquí encontraré alguna Neosombra... -murmuró, mas a pesar de lo bajo que habló, su voz resonó por toda la sala.

Sus pasos resonaban debido al eco, pausados. Tal vez tendría que subir a la entrada del Bastión para encontrar a las Neosombras, pero primero rastrearía un poco por aquel lugar. No fuese que se equivocara y su objetivo, no todos, pero al menos algunos, se encontraran allá abajo.

Personalmente, a Miia no le parecía el mejor lugar para luchar. Oscuro, tétrico, sucio y repleto de extraños sonidos por todos los recovecos. No podía ser peor, pero había que apoquinar. Sacó su arma, en guardia, por si la atacaban por sorpresa.

Seguía caminando, encogida sobre si misma, por aquellos fangosos y malolientes pasillos, con la guardia alta. Cada vez oía extrañas cacafonías, y ahogó una exclamación cuando comenzó a escuchar pesados pasos, como de una apisonadora, por los corredores. El eco que reinaba en aquel lugar dejado de la mano de dios convertía cada paso que la criatura daba en un estrépito digno del bullicio del mercado.

Sin embargo, al ser tan grande, pensó Miia, sería también lento. Además, sus propios pasos no le dejarían detectarla; por lo que, cuando sintió que la criatura estaba ya a unos pocos metros de ella, al otro lado de una esquina, creo una nube para montarse en ella y ver de cerca al individuo sin que él la detectase.

"¿Un Grandullón?", pensó. "¿Qué pinta este bichejo aquí?"
Avanzó un poco por encima de la cabeza del Sincorazón, colocándose a su espalda, y descendiendo para aterrizar. Aunque el aterrizaje hubiera llamado la atención del Grandullón, éste se encontraría antes incluso de poder girarse que ya estaba siendo chamuscado por un Electro lanzado por sorpresa.

-Lo siento, pero me taponabas el camino de ascenso... -murmuró, con una voz aburrida. Por si aun quedaba algún resquicio de vida en el Sincorazón, le lanzó un nuevo rayo, para rematarlo-. No te metas con quien domina la tempestad.

Le dio la espalda al cuerpo del sincorazón, sin esperar contraataque del mismo ya que pensaba que ya le había dado muerte. Siguió caminando, pues las escaleras para ascender no podían estar lejos.

En el momento justo en que la chica atacaba al lentísimo Grandullón, varios portales oscuros se abrieron tanto delante como tras Miia y de ellos salieron 7 neosombras, que rápidamente procedieron a rodearla. El movimiento cimbreante y contínuo de estos seres era casi hipnótico, y pese a su apariencia frágil e inofensiva, eran superiores a las sombras comunes y poseían gran agilidad.

Cuando apenas comenzaba a caminar para alejarse del colosal sincorazón, diversos portales oscuros se abrieron en el estrecho acueducto, formando un ángulo desde el que no tardaron en rodearla los seres que de los portales salieron. No eran otra cosa que Neosombras; siete exactamente.
-Oh, bien... Por fin dáis la cara -murmuró.

A pesar de sus confiadas palabras, Miia no pensaba en absoluto que sería fácil. Aquello no era lo mismo que su entrenamiento en la Cresta, en Tierra de Dragones. Los pasillos del acueducto eran mucho más reducidos que el amplio pico, y los sincorazón eran mucho más rápidos que ella.

Pero no iba a dejar que las Neosombras llevaran la iniciativa. La habían rodeado, pero no sería problema. Se acuclilló para tocar el suelo con la palma de la mano derecha. Un ligero calambre recorrería a las Neosombras, aunque seguramente apenas lo notarían. Miia les había magnetizado. Lo más seguro era que en apenas segundo se vieran irremediablemente unidas las unas con las otras, pero hacía poco que la chica había aprendido a utilizar correctamente el poder el Rayo. El efecto se iría pronto, así que realizó su técnica: lanzó su espada anular a las Neosombras. El Hula-Hop con filo de acero iría atacando a todo ser con electricidad en su cuerpo. En este caso, recorrío el pasillo en círculo, buscando a los objetivos.

El arma volvió a Miia, que la agarró cual ligero boomerang.
-¿Ya está? -se preguntó. No era para nada improbable que alguna Neosombra hubiera sobrevivido, no era una técnica de mucho poderío. Se quedó en guardia, expectante de un posible contraataque de las supervivientes.

Tres de aquellos seres volvieron a levantarse, y se acercaron a la muchacha. Como estaban algo dañados, su agilidad era un poco menor, pero aún así, estando todo en sombras, la ventaja era para ellos.
Antes de que Miia pudiera atacarlos, más portales oscuros se abrieron frente a ella, y de ellos salieron un total de 8. Parecía como si aguardasen pacientes su turno, pero en realidad esperaban la mínima oportunidad, el primer hueco que encontraban, para lanzarse al ataque.

Off: ¿Cuánto hace que dejé esto? ¿Dos, tres años? xD A ver si puedo "activarme" de una vez... u.u

On:
Como imaginaba, su ataque no consiguió derrotarlos a todos. Lo que la dejó perpleja es que no destruyera a ninguno. Ni uno solo.
-¿Tan débil soy...? -murmuró, alicaída, observándose las manos en señal de impotencia.

De pronto, sintió una fuerte garra arañándole la espalda con fuerza. Miia se giró bruscamente, sorprendida. Habían aparecido ocho Neosombras más.
-¡¿Quince?! -exclamó, sumando los ocho recién llegados a los siete con los que había estado luchando. Tal vez los que llevaban más tiempo allá estaría débiles y les podría vencer con facilidad, pero esos sumados a otros ocho sanos y vigorosos era otro cantar-. ¿Y ahora...?
No debía bajar la guardia: las Neosombras buscaban cualquier resquicio por el que atacar.

Si usaba una nube para atacar desde el aire, los sincorazón saltarían y la desgarrarían igualmente. Solo podía hacer una cosa: confiar en la suerte.
Colocó su espada anular cual hula-hop, a la altura de la cintura, y comenzó a girar. Hacía poco tiempo que Miia había descubierto que la razón por la que podía girar de a tal velocidad era porque el poder del Trueno siempre había residido en su interior, pero aquello poco importaba en aquel momento.

Comenzó a girar a una velocidad vertiginosa, con la compañía de su arma, trazando círculos inexpugnables de cortes de acero por donde pasaba, si bien no matando a las Neosombras, pero si evitando que se pudieran acercar a ella para dañarla.
Una vez cesó su ataque, se encontraba a una distancia considerable de las neosombras, al otro lado del pasillo.
-Se acabó el juego -musitó. Aquello consumiría muchas de sus fuerzas, pero era la única manera de acabar con tantas malas bestias. Si las mismas trataban de lanzarse hacia ella, se encontrarían con un fuerte campo magnético a su alrededor que les impediría mover un solo músculo.

Acto seguido, las paredes, el techo y hasta el suelo comenzaron a derrumbarse debido a la presión que el campo magnético ejercía sobre su estructura. Todo aquel trozo de túnel se derrumbó. Primero, los sincorazón se verían aplastados por el techo y las paredes. Luego, caerían al vacío que se produciría al ser destruido el suelo. Personalmente, Miia no veía escapatoria alguna.
Tuvo la tentación de dejarse caer para descansar tras tal esfuerzo, pero el resto del acueducto no tardaría en caer debido a la falta de una de sus partes.

"Como no me largue pronto, acabaré como esos bichos",pensó Miia para darse fuerzas. Sin prisa pero sin pausa, siguió su camino, antes de que el túnel por el que caminaba sufriese el mismo destino que el trozo donde las Neosombras habían tratado de eliminarla. Pronto, divisó las escaleras que la llevarían al interior del Bastión. Fue entonces cuando pensó si debería haber usado aquella técnica devastadora tan pronto. Todavía quedaban 35 Neosombras por derrotar...

Off: Sigo en el Vestíbulo