Buscando información // Fuente nº1: Hades, Dios de los Muertos

Miia se encontraba frente a las puertas de entrada a los Aposentos de Hades, ligeramente nerviosa. Ya había tratado de sonsacarle información al Señor del Inframundo, pero había sido extremadamente infructuoso. Había cumplido una misión para él sin recibir nada a cambio, y eso, lejos de enfurecerla, la entristeció. Al aterrizar hacia menos de una hora en el Coliseo del Olimpo, había dudado de ir realmente a consultarle a Hades, pero en aquel momento le parecía lo más sensato. Según lo averiguado, había diez letras, pero los mundos eran mucho más de diez. Tenía que ir de mundo en mundo, preguntando a los más sabios si habían visto algo parecido, y buscando sin cesar.

Tenía que hacerlo para desentrañar el misterio del hombre rubio, parecido a un fantasma, y la única manera era consiguiendo las letras talladas en diferentes piedras preciosas. Sin vacilar un instante más, entró decidida en los Aposentos de Hades, para encontrarse de bruces con el mismo Dios.
Pareció titubear una centésima de segundo, pero enseguida recobró el coraje y le enseñó a Hades aquella "X" tallada en zafiro.

-Hades, busco algo parecido a esto -le dijo, sin cuidar lo más mínimo sus maneras, ni siquiera saludó-. No tiene porque ser precisamente una X, pero si una letra tallada en piedra preciosa...
Espero pues la respuesta de Hades. De algo estaba segura: la información no sería gratis

Off: Ahora es cuando Hades parece decir que sí, pero no lo revela del todo. Le encarga la misión a Miia a cambio de la letra, o de decirle donde está, y blablabla... XD Bueno, yo no le controlo, así que no puedo decir nada -.-

Hades se encontraba estrangulando con pasividad a Pena y Pánico en su trono, por puro entretenimiento. Hastiado, soltó a los dos pequeños demonios, que huyeron con rapidez, y se levantó, en dirección hacia la puerta, para darse un paseo por sus dominios. Sin embargo, justo cuando ya iba a alcazar el pomo de la puerta, esta se abrió con suma presteza, golpeando la mano del dios.

- ¡Auch, auch! -se quejó, solo para que se le mostrara esa extraña joya con una "X" grabada- ¡Más despacio, princesita! Por poco me rompes la mano... ¡Además! ¿Qué modales son esos? Creía haberte dicho que me llamaras "Dios Hades", esta juventud de hoy día...

Después de agitar reiteradas veces sus largos y afilados dedos, Hades echó un vistazo más de cerca a la joya, con la diestra en el mentón, pensativo. Se irguió de nuevo, se cruzó de brazos, y con una sarcástica sonrisa, habló de nuevo:

- Quizás pueda ayudarte con eso... pero con una condición, una inocente apuesta, ya sabes... me gusta el juego limpio -rápido como una serpiente, se colocó tras Miia, con un brazo en su hombro, mientras gesticulaba exageradamente con la otra mano - Solo hay unas pequeñas nimiedades que deberías de saber... ya te imaginas, peligro, un muerto por aquí, un muerto por allá... esas cosas sin importancia, no soy tan mal anfitrión después de todo. ¿Qué me dices, pequeña?

La joven humana observó la reacción del Dios de los Muertos reaccionaba ante su repentina entrada. Parecía que se había herido la mano. Miia se sintió algo decepcionada. Se suponía que los dioses no debían inmutarse ante la más cruenta de las batallas, y aquel fantoche parecía un cómico de mal barrio, por la forma en que exageraba todos sus movimientos. Aunque, por muy extraño que le pareciera, era un dios poderoso, y, además, el único que le podía ayudar en aquel momento.

-No puedo tratarte con el debido respeto después de lo que me hiciste la última vez... -objetó la humana, pero moderando su tono de voz más de lo que había hecho al entrar. No le gustó nada el hecho de que la hubiera mandado de vuelva a la entrada del Inframundo sin darle la información prometida. ¿Debía fiarse de él esta vez? Ya se había hecho aquellas preguntas demasiadas veces, y la respuesta siempre era la misma: era la única persona a quien preguntar en aquel mundo.

Escuchó con avidez lo que le proponía Hades, y suspiró: sabía que tenía que haber algún tipo de trato de por medio. Un escalofrío recorrió la espalda de la humana al sentir los dedos del Señor del Inframundo en su hombro, pero no hizo nada por evitarlo.
-Supongo que acepto... -murmuró, no muy convencida-. ¿En que consiste esa apuesta, "Dios Hades"? -preguntó con un deje sarcástico casi imperceptible, mientras colocaba un mechón de pelo azul tras la oreja.

- Oh vamos, no seas tan rencorosa, pequeña -respondió a Miia debido a su falta de respeto- No fué más que una pequeña broma, todos nos reimos, seguro que tú también.

Acentuó la frase con unas risotadas, como si se acabara de imaginar la cara que debía de habérsele quedado a Miia en ese momento, tras la "broma". Cuando escuchó la aceptación de la apuesta por parte de la joven humana, incluso sin saber de qué se trataba con exactitud, el señor del Inframundo se llenó de emoción por dentro.

- ¡Es bien simple! -dijo de improvisto, colocándose frente a ella con la misma rapidez de antes- Demuéstrame de lo que eres capaz, ¡hazme disfrutar de un buen combate! Por ejemplo...

Acercó su diestra al rostro de la joven, con la palma de la mano abierta y orientada hacia el techo. Una pequeña llama azulada salió de la mano, para transformarse poco después en la figura de una Neosombra en miniatura.

- Haz un poco de limpieza... derrota a 50 de estos Sincorazones, y tu pequeño tito Hades te revelará lo que sabe sobre los pedruscos con letras, ¿te parece? -acordó, con su tan característico tono que ocultaba algo y una maquiavélica sonrisa en sus labios- Fíjate que estoy buscando un acuerdo mútuo por segunda vez, no es algo que se vea todos los días viniendo de mí. ¡Solo por hoy, oferta especial, ya que eres una chica!

Miia trató de no ponerse nerviosa debido a las irritantes risotadas de Hades. Desde luego, tenía la risa perfecta para un ser maligno y retorcido, pero su comportamiento no era el estereotipo de Dios Malvado que todos tienen en la mente.
Sin saber muy bien porque. la humana se sentía incómoda ante la presencia del Dios. Su extraño comportamiento, combinado con la rapidez con la que se movía y gesticulaba conseguían sacarle de quicio, o, mejor dicho, incomodarla, ya que no sentía enfado ni ganas de decirle que cesase.
Pero no parecía que fuera la intención de Hades volver a gastarle ese tipo de "bromas", así que siguió escuchando al Señor del Inframundo.

"¡Hazme disfrutar de un buen combate!". Con aquellas palabras, Hades obligó a Miia a pensar en Hércules. Era más que probable que el Dios quisiera destruir a su más acérrimo enemigo, pero aquello no parecía ser su objetivo, finalmente.
Al ver la miniatura de Neosombra, la humana suspiró, aliviada. No sabía que hubiera hecho en el caso de que Hades le hubiera encargado el asesinato del Héroe.

Mas lo que Hades dijo a continuación le pareció aun más horrible. Al pronunciar Hades que el reto consistía en derrotar a nada menos que cincuenta Neosombras, la humana sintió como si el mundo se le viniera encima. Ahogó una exclamación de sorpresa. Apenas escuchó lo que dijo el Dios a continuación, ya que se había quedado como extasiada.
¿Cómo podría ella, una simple humana sin poderes fuera de lo común, derrotar a cincuenta de aquellos sincorazón tan poderosos? No dejaba de decirse una y otra vez que le sería imposible...

"¡Solo por hoy, oferta especial, ya que eres una chica!".

Las palabras de Hades sobresaltaron a la humana y la sacaron de su ensimismamiento. No podía rendirse, iba a desentrañar el misterio de las letras como fuese. Y, además, con lo aprendido en el entrenamiento, le sería más fácil vencer a las Neosombras. Ya no era aquella niña huidiza que luchaba con torpeza. Ahora era toda una guerrera.
Una pequeña nube, algo más grande que la miniatura de Neosombra, se materializó encima de ésta, y lanzó un relámpago dirigido a la miniatura que provocó que el muñeco estallara en mil pedazos.

-Dalo por hecho -dijo, con inusitada confianza-. ¿Dónde puedo encontrar a mi objetivo?

Hades observó con interés la nube, para dar un ligero bote poco después ante la destrucción de su pequeña estatuilla.

- Tienes que ir a... ¿cómo se llamaba...? ¡Ah sí, Vergel Radiante! Entonces... -acercó su mano a Miia, descorazonamente sonriente- ¿Trato sellado?

[P.D: Siento la escueta respuesta, problemas técnicos xD]

Miia contempló con recelo la mano de Hades. ¿De verdad era necesario sellar el pacto con un apretón de manos, cuándo ya le había dicho dos veces que aceptaba? Que remedio, se dijo la humana, y estrechó con parsimonia la mano del Dios.

Un escalofrío le recorrió la espalda de nuevo al sentir los dedos del Señor del Inframundo en su piel, lo que la obligó a soltarse rápidamente, pero moderándose para que no pareciera que le disgustaba el contacto con el poderoso Dios. ¿Sería por su poder por lo que no se atrevía a tocarle?
A pesar de aquellos pensamientos, le dijo a Hades antes de marcharse:

-Si no cumples tu parte del trato, juro que te arrepentirás -murmuró tajante, aunque lo suficientemente fuerte como para que la oyeran, antes de atravesar la puerta de salida que llevaría a Miia al exterior de los aposentos para dirigirse a su nave.

Off: Que mono, me envía directamente a donde están Jin y Aryn, para que me estorben. ¡Eso es compañerismo! xD

Aunque algo recelosa, Miia le dió la mano al dios de los muertos. En ese momento, surgió una gran explosión azulada de la mano de Hades, pero que, extrañamente, no dañó a la guerrera.

- ¡Trato sellado! -exclamó, con felicidad. Acto seguido, viendo las claras intenciones de Miia de marcharse del lugar, Hades no puso objeción alguna- Sí, seguro que haces que me arrepienta... por cierto, te estaré observando, vigila tus puntos ciegos cuando te cambies, jajajajaja.

Ya con la joven fuera de escena, el señor del Inframundo se sentó en su trono, y rió por lo bajo.

- Ahora estás obligada a cumplir mi encargo... me divertirás, y lo más seguro que mueras, todo por un maldito pedrusco. ¡Hades, eres un genio! ¡Ahora tendré diversión para rato viendo como esa pequeña muere!

[FDI: Ale bonica, a hacer la misión se ha dicho xD]