De Paseo por Villa Crepúsculo [Misión de Exirle]

Un joven ataviado con una gabardina negra había ido a Villa Crepúsculo como le había sido encomendado. Su poca experiencia era un obstáculo, mas no había percibido una gran presencia de la oscuridad en ninguna de las zonas en las que había "patrullado". No obstante, donde se encontraba ahora había sentido ciertas vibraciones oscuras. Aprovechaba que no había nadie por los alrededores para merodear sin ocultarse.

Repentinamente, observó como dos sombras empezaban a moverse, formándose, lo que hizo a Exirle prepararse para el combate. El incorpóreo abrió los brazos y llamó a Aetaer, su arma. Esta entre destellos multicolor y melodiosos sonidos, apareció ante él, flotando en el aire. Sin embargo, cuando la había tomado en sus manos, ya estaba rodeado por una Sombra y una Megasombra. El primero Sincorazón saltó hacia él, mientras que el segundo se preparaba para embestirle. Ante tan peliaguda situación, a Exirle solo se le ocurrió dar una voltereta hacia un lado, esquivando ambos golpes. Después de esto, se llevó a Aetaer a la boca y comenzó a tocar una de sus Melodías Primordiales. Creó dos espadas de energía que salieron disparadas a los Sincorazón. La Megasombra recibió el golpe, pero la otra espada pasó de largo a la Sombra, desapareciendo una vez clavada en el suelo.

Exirle observó como sus dos ataques eran en vano. No obstante, debido a lo escurridiza que era la pequeña Sombra. Dio un salto hacia un lado, sujetó a Aetaer como una espada y lo cambió a Modo Mercenario, saliéndole una hoja escarlata en lo que era la parte superior del instrumento. A continuación ejecutó Tiro, lanzando a Aetaer hacia la Megasombra, pues era el enemigo más resistente y un blanco fácil en ese momento.

Spoiler:

Exirle observó cómo su Tiro acertaba en la Megasombra. No obstante, segundos después sintió un dolor físico tremendo en su espalda, proveniente de la Sombra, que había ido a sus espaldas, lanzándole las garras. Cuando el incorpóreo se repuso, giró la cabeza para ver a la Megasombra dirigiéndose a él. Cuando pensaba que iba a recibir un duro golpe que le dejaría maltrecho, se le encendió la bombilla e intentó esquivarlo, cosa que hizo por el simple hecho de que se resbaló, estampándose contra el suelo, lo que le causó un daño leve.

-Quizá tenga que ponerme una talla menos de botas- dijo el incorpóreo, pensando que quedaría como un estúpido si alguien de la Organización lo viese en ese momento tan absurdo.
No obstante, a Exirle se le encendió la bombilla de nuevo: ¿habría placado la Megasombra a su congénere al esquivarla tan inesperadamente? El joven esperó que eso de la suerte del principiante se cumpliese también en Incorpóreos.

El incorpóreo seguía recuperándose del cómico tropiezo que se había dado segundos antes. Sin embargo, sintió oscuridad bajo sus pies. Cuando abrió los ojos, vio una extraña sombra en el suelo. Cuando comprendió lo que era, se incorporó muy rápidamente, pero en el proceso no pudo evitar que la sombría patada le alcanzase en la mandíbula superior, tirándole a un lado. Exirle intentó soportar el dolor del golpe y se volvió a incorporar, esta vez encargándose de ponerse fuera del alcance de la Megasombra. Se percató de que había tenido suerte, y que sus cavilaciones habían acertado esa vez: la Sombra había sido derrotada por el peso de sus congénere. Pero el vacío personaje seguía agarrando fuertemente a Aetaer, así que aprovechando su distancia de precaución, su arma pasó a ser un instrumento musical de nuevo, y empezó a tocar otra de sus Melodías Primordiales...

Spoiler:

Exirle vio como la Megasombra se disponía a cargar con ansias asesinas hacia él. Siguió tocando de forma frenética, invocando con una pieza distinta, punzante y algo chillona, cuatro dagas que cruzaron al aire directas a la Megasombra, la cual parecía confiada. El incorpóreo esperaba terminar el trabajo de una vez por todas con ese ataque, ya que parecía que algo sencillo se había complicado más de lo que había previsto.

Los deseos de Exirle no se correspondieron con la realidad. Solo la mitad de las dagas acertaron, y observó como la extremidad destruida de la Megasombra se reconstruía y mutaba haciéndose más grande que la original. El oscuro ser parecía furioso, y se avalanzó contra el incorpóreo. No obstante, en el tiempo en el que se rehacía la garra del Sincorazón, Exirle ya había cambiado a su Aetaer al Modo Mercenario, saltó a un lado con gracia y ejecutó Tiro mientras lo hacía, demostrando así que su torpeza no era tanta como parecía.

Tras volver al suelo, Exirle vio por fin como la Megasombra caía y desaparecía en una bruma oscura. El incorpóreo inspeccionó la zona para asegurarse de que no había ningún rastro de oscuridad, y tras verificarlo, desmaterializó a Aetaer.

Abrió un portal de oscuridad. Algo le decía qué mundo debía visitar, pero no lo tenía claro... había oído a algunos miembros de la Organización hablar sobre un lugar rodeado de un bosque, un castillo enorme donde residía una criatura monstruosa, antaño humana, con un corazón inestable que solo encontraba equilibrio por una joven allí atrapada. Desde que había escuchado esa información, se había sentido inexplicablemente atraído hacia ese mundo. Decidió investigar.