Era Karin... soy Naxkrin

por **Naxkrin** Vie Jul 16, 2010 5:57 am

"Se hace tarde, se hace tarde" escuchaba de manera distante la joven que yacía junto a una enorme mesa de mantel blanquecino, sus ojos estaban cerrados y su pecho daba una sensación de vacío. ¿Qué había pasado? Se preguntaba mientras las gotas de lluvia caían empapando su cuerpo en el ambiente helado, algunas tazas con té estaban servidas sobre el mueble pero su contenido estaba cercano a congelarse. Un cambio de temperatura repentino en el país de las maravillas se presentaba de nuevo pero ¿por qué tanto frio? ¿Algo le ha pasado a la dama cambiante?

Su cuerpo seguía tendido sobre el césped al lado de una de las sillas en donde momentos antes la joven se encontraba esperando al sombrerero loco para el acostumbrado té de la tarde, ¿Qué ocurrió?... solo vagos recuerdos cruzaban por su mente, estaba sentada sola y de pronto llegó alguien a sus espaldas, se giró y… no vio nada mas, sus ojos se cerraron y por eso ahora estaba sobre el suelo.

¿Miedo?, si, sintió eso momentos antes, tristeza al creer que nadie llegaría y tendría que tomar el té sola, pesar por la soledad en la que se encontraba abalada por la temperatura gélida que se presentaba pero… ¿ahora?. Ya no estaba triste no sentía pesar ni soledad, eso era muy extraño en ella.

“Se hace tarde” escuchó la voz del conocido conejo blanco aún mas lejano, al parecer había pasado cerca de ella hace un instante pero ahora ya se había alejado, sabía que el conejo no estaría ahí pero quiso cerciorarse así que abrió los ojos y girando la cabeza para ver a sus lados nuevamente notó la soledad, no había nadie con ella y sin embargo no estaba triste, ¿por qué? Se preguntaba, ¿Qué sentía ahora?, su pecho estaba vacío y… comprendió… ¡ya no sentía nada!

Se encontraba expectante y con mil dudas en la cabeza para las cuales debería de buscar respuestas, los temores de su infancia se cernían en la posibilidad de dejar el país de las maravillas pero ahora ya no tenía temor, una forma de encontrar lo que buscaba y confirmar que carecía de sentimientos sería irse. Se incorporó hasta quedar totalmente erguida sobre sus dos piernas y elevó la palma de su diestra al frente, al momento un extraño portal grisáceo se abrió ante ella, sabía que al atravesarlo dejaría su amado país natal pero ahora poco importaba, cruzó el umbral sin que ningún remordimiento surgiera de ella.