De visita en Agrabah

Por fin Nume se encontraba a poca distancia de Agrabah y se preguntaba donde podría dejar la nave gumi. Por fin se decidió por dejar la nave a una cierta distanciade la entrada de la ciudad, cuidando que no se advirtiese su aterrizaje. Activó el mecanismo de camuflaje de la nave y algunos de seguridad. Bajó de la nave, no sin antes guardar bien la llave de la nave, pues no pensaba cometer el mismo error que el confiado rey. Comenzó a andar hacia la ciudad dando un último vistazo atras para asegurarse de que la nave se hbaía camuflado correctamente.

Al atravesar los muros de la ciudad, se dirigió sin demora al bazar, donde entre tienda y tienda sin duda podría encontrar algún comerciante que le proporcionara una pista sobre su nuevo objetivo.
Las tiendas parecían interminables, y estaban tan apelotonadas y superpuestas unas con otras que Nume sentía una pequeña sensación de agobio con solo mirarlas. Pero no le cabía duda de que aquel era el mejor lugar para una ladrona como ella. Se paseó entre los puestos de los vendedores fijandose en cada persona y objeto, y se paró a observar un curioso establecimiento dedicado a la venta de relojes.

Miia llegó hasta aquel caluroso mundo mediante el portal de oscuridad que aquel extraño rubio había abierto para ella. Extrañada, comenzó a mirar a su alrededor con bruscas cabezadas, buscando algún indicio de que aquello era Vergel Radiante, pero ese mundo era nuevo para ella y su nave no estaba allí.
¿¡¡Qué hago yo aquíiiiiiiiiiii!!? gritó. Los mercaderes y muchos peatones la miraron. En sus ojos se podía adivinar que pensaban que aquella escandalosa estaba loca, ya que nadie la había visto salir del portal.

Desolada y sin forma de salir de aquel lugar, caminó lentamente, como un zombie, por las calles y callejuelas abarrotadas de gente. Muchas personas seguían mirándola con gesto de suficiencia, al observar el pausado y extraño paso que llevaba.
Finalmente, se paró en un puesto donde vendían relojes, y se desplomó muy cerca de una chica, mientras se colocaba las manos sobre la cara, tapándose los ojos y sollozando, preguntándose que podía hacer para salir del lugar.

Nume había escuchado un grito y alboroto en algún lugar entre las tiendas, la multitud cuchicheaba y exclamaba. Justo cuando se giraba para ver que pasaba en aquel lugar, vió como una chica se desvanecía a su lado, entre sollozos y murmuraciones. Miró a los lados, todos tenían su visto clavada en aquella chica, lo cual significaba seguramente que ella era la causante del alboroto de antes.

Ignorando a la multitud que parecía observarlas, se acercó a ella y se agachó. Colocó la mano en su hombro y mirandola le preguntó:

- ¿Qué te ocurre?

Parecía completamente angustiada, y no era para menos, dada su situación y las decenas de ojos que las observaban aún con morbosa curiosidad. Hacía un calor sofocante, que nublaba los sentidos, con aquel panorama no podría calmar a aquella pobre chica. Echó un vistazo a su alrededor y dió con un lugar perfecto, resguadado del sol y donde podría evitar las miradas indiscretas.

- Ven, tranquila.

La ayudó a incorporarse con cuidado y fueron hacia unos bancos que había bajo unas lonas, fresco y a la sombra. Tras sentarse´, volvió a mirarla y, ofreciendole algo de agua, le dijo:

- ¿Cómo te llamas? ¿Qué te ha ocurrido?

La joven peliazulada siguió sin rechistar a aquella chica. Allí, resguardada del sol y sin tantas personas mirándola se sentía mucho mejor.
Aceptó el agua que la joven desconocida le había ofrecido, y mientras bebía, notaba como sus lágrimas se secaban ante el calor que hacía, aún en las sombras.

Al beber todo lo que necesitaba suspiró, aliviada. Ya estaba lista para contarle a la chica que la había ayudado lo que le había ocurrido.

Verás... comenzó, no muy decidida. Debía contárselo de una manera coherente, para que no pensara que era una aprovechada mentirosa o algo por el estilo. Yo me encontraba en un mundo llamada Vergel Radiante. Había llegado hasta allí montada en mi nave gumi. Ocurrieron una serie de sucesos extraños, una conocida estaba atacando el Mercado. Una vez allí, un tipo con el pelo rosa parecía estar esperándome. Me raptó y me llevó a otro mundo... hipó un poco tras decir aquella última frase. Me llevó a un mundo extraño, oscuro. Había estado allí, pero me seguía dando escalofríos. Estuvo a punto de... tragó saliva. ... matarme...
Pero entonces apareecieron dos amigas y juntas derrotamos a aquel hombre. Acto seguido, de alguna forma, llegué a este mundo. Sola. Comenzó de nuevo a sollozar. ¡Mi nave gumi sigue en Vergel Radiante! ¡No se como salir de aquí! ¡Estoy perdida, perdida...!

De nuevo rompió a llorar, pero intentó controlarse. Solo duró unos segundos el llanto. Seguía con los ojos llorosos, pero no quería darle una impresión equivocada a alguien a quien acababa de conocer.

Nume sopesó sus palabras, analizando la situación. Aquella chica realmente perdida, no sólo por el lugar donde encontraba, sino por su situación emocional. Realmente su historia era extraña, aunque sus palabras parecían contar sólo la verdad y nada más.

Estuvo pensando las posibilidades que tenía de ayudarla. Si su única preocupación era como volver a aquel mundo, Vergel radiante, podría llevarla allí en la nave del Rey. Aunque claro, corría el peligro de que la chica la delatase una vez hubiese conseguido lo que necesitaba. no podía ser confiada, como lo había sido el Rey Mickey, no con el oficio que tenía y el mundo en el que vivía.

Elcaso es que... aquella chica parecía haberle despertado la vena sensible a una ladrona como ella. Quizá no pudiese llevarla en la nave, pero podría haber una forma de proporcionarle un medio de transporte.

- Realmente tu historia es bastante insólita, pero te creo. Quieres volver a tu mundo si no me equivoco, ¿no? Quizás pudiese ayudarte, aunque no se cómo. Y a todo esto, aún no nos hemos presentado. Soy Nume.

Le tendió una mano a modo de saludo retrasado, con una amigable sonrisa pintada en el rostro.

Eres muy amable, Nume. Yo soy Miia... dijo estrechándole la mano.

Aquella chica estaba siendo muy agradable con Miia. Ella se sentía mejor al tener una compañía como aquella.
Que quisiera ayudarla era algo que no mucha gente haría: ayudar a una completa desconocido. Eso le agradaba.

Recordando a aquel chico de cabellos rubios que tantas veces se le había aparecido, recordó algo bastante extraño. Los humanos del mercado de Vergel Radiante no parecían haberle visto, en cambio, Leks si que había mirado justo donde él estaba, por lo que le había visto.
Tal vez aquel chico solo se mostraba personas con algún tipo de habilidad especial, o algo por el estilo.
O tal vez solo se muestra a quien le interesa... pensó.
Dime, Nume... ¿no habrás visto por este bazar a alguien de aspecto misterioso, rubio, y que se tapa el rostro con el flequillo?

De pronto, algo extraño llegó a su mente. Era una especie de voz, algo que le decía que fuera a algún lugar
¡Nume, Nume! saltó, animada de repente. ¿Existe algún lugar por aquí llamado 'La Cueva de las Maravillas?

Saytas y Xasurak paseaban por el bazar, siendo claramente notoria su presencia debido a que sus ropajes resaltaban entre los habitantes de Agrabah. Saytas curioseaba entre los puestos, hablaba con los objetos, se quedaba mirando a los hombres más fornidos y sobre todo, vigilaba los movimientos de Xasurak, ¡no quería perderse nada de lo que hiciera!

Por supuesto, la mayoría de los habitantes y comerciantes no salían de su asombro al verle a él, tan diferente y tan despreocupado, tan... en fin, amanerado a veces, y tan serio cuando "hablaba" con los objetos. Tuvo que pelearse con un par de comerciantes cuando se puso a hablar con sus objetos y luego no los compró, pero fuera de eso, no hubo ningún percance, hasta que quiso el destino, el azar o como queráis llamarlo, que justo cuando Miia decía exaltada "Cueva de las Maravillas" Saytas y Xasurak pasaran cerca, reparando así en ellas.

- ¿Cueva de las Maravillas? He oído a una espada oír hablar de ella. Dice que su anterior amo trató de buscarla, aunque es peligroso... Mi nombre es Saytas, querida, y éste es Xasurak. Te noto alterada, pero si quieres puedo darte unos "caramelos". A mí me chiflan, no más que los helados, por supuesto, ¡pero algo es algo!

Mientras se lo ofrece, piensa que en realidad, lo que necesita es "chocolate", pero está claro que se derretiría si se lo hubiera traído a Agrabah.

Antes de que Nume pudiese contestar a Miia, un curioso hombre de ropajes lilas se acercó a ellas irrumpiendo en la conversación, que había tomado un giro bastante interesante para ella. Aunque por extraño que pudiese parecerle, su acompañante, que no permanecía muy lejos de él, sin duda lo superaba con creces.

Miró a Saytas con desconfianza, a pesar del tono agradable con el les había hablado, ya que no concordaban mucho con el resto de gentes de Agrabah. Miróa Miia, que parecía haberse quedado un tanto sorprendida ante aquella interrupción y el impulsivo ofrecimiento de Saytas.

- Creo que mi amiga se siente algo cohibida ante tan inesperada presentación. Me llamo Nume, y ella es Miia. De modo que dices que has oído hablar de esa cueva a... ¿una espada?

Off: Recuerda que no puedes decir como es o como está otro pj sin que esta en un post anterior haya dicho que lo estaba. No estoy molesta, enfadada ni mucho menos, pero recuerda que lo admins te pueden llamar la atención. ¡Cuidado o Rathalos te comerá! XDDD (Nah, en realidad es un buen tío. ¡Si a veces hasta participa en las bromas que le hago! XDD)

On:
Al principio se mostró algo recelosa ante los recién llegados, pero enseguida se le pasó y se dirigió hacia Saytas con mal disimulado interés.
Me da igual si te lo ha dicho una espada o un grifo, pero llévame hasta allí. ¡Por favor. Dijo sonriendo y mostrando la mirada más angelical que pudo. Aquel mago era su última esperanza o, en su defecto, la espada que se lo había contado.

Nume se sobresaltó al escuchar la voz que se dirigía a ella y que provenía de su sombrero. Se lo quitó de la cabeza, e incrédula, lo miró mientras lo sujetaba entre sus manos. Miró al mago con algo de desconfianza en su mirada, pero admirada por aquel truco. Sin duda, si dones tales como la magia fuesen tangibles, los robaría sin perder un segundo.

- Ha quedado demostrado que tus palabras eran veraces. Pero desearía que volvieses a su estado natural a mi sombrero, pues realmente no me gustaría llamar demasiado la atención con algo tan singular.

El único objeto al que quería escuchar en ese instante era la espada que había nombrado Saytas. Sin duda la idea de aquella cueva maravillosa llena de tesoros de la que tanto había oído hablar era fantástica. Cuando vió llegar a Xasurak con la espada el corazón le latía deprisa, estaba impaciente por saber más.

Miia miró anonadada el sombrero de Nume, que estaba hablando. Estaba maravillada con los poderes de aquel mago.
¿¡Puedes hacer eso con Cabriola!? preguntó poniendole a Saytas un muñeco en forma de cabra blanca que tenía. No, no. Me odiaría por estar estrujándola todo el tiempo... ¿¡Qué tal mi sombrero!? exclamó, de nuevo estampándoselo al mago. Ay, no... Era de mi hermano y no tengo ganas de recordarlo... ¿¡Y si...!?

Pero en aquel momento llegaba Xasurak con la espada y Miia dejó de sacar cosas.
¡La espada, la espada! Iba a hacer lo mismo como con los otros objetos, pero se lo pensó mejor. Ji, ji... ji... Creo que será mejor que dejemos los jueguecitos y consigas que la espada nos diga donde está la cueva. ¡Por favor!

Nume escuchó lo que la espada decía a traves de Saytas, atenta. Dos mitades de un escarabajo que al unirlas, salían volando haciael desierto, pensó. Sin duda, el escarabajo era la clave para encontrar la Cueva de las Maravillas, pero el dueño de la espada lo perdió de vista y por eso mismo acabó pereciendo en el desierto.

- Pregúntale si recuerda en qué dirección se fué el escarabajo. Tal vez de ese modo podríamos seguirla y llegar a la cueva.

No se le ocurría otra forma de llegar allí que intentando seguir una dirección, aunque ella fuese dada por una vieja espada.

Miia escuchó atentamente la traducción que hizo Saytas de las palabras en 'aurano' de la espada.
Al terminar, la peliazul comenzó a pensar sobre como conseguir llegar hasta esa cueva. Al rato, Nume propuso que buscaran la mitad del escarabajo, pero Miia no estaba de acuerdo.
Piénsalo: tardaríamos días, puede que incluso semanas, para encontrarlo. Debemos buscar algo que nos lleve menos tiempo...

Miia no era muy dada a pensar intensamente, aquello no era su fuerte, pero su futuro dependía de una buena idea para llegar a la cueva.
Unos minutos después, Miia dio un salto, muy contenta.
¡Saytas! ¿Tú eres capaz de encantar objetos, no? ¡Utiliza tu poder con una alfombra! Miia salió corriendo hacia el puesto más cercano y cogió una alfombra donde los cuatro cabrían perfectamente, y dejando unos platines como pago. Parecía que por aquel lugar aquello era mucho dinero, ya que el vendedor, peatones e incluso tenderos de otros puestos se acercaron a mirar los escasos platines, admirados.

La chica volvió y le dio la alfombra a Saytas.
Será más fácil buscar la dichosa cueva, que debe ser enorme, desde una perspectiva más beneficiosa para nosotros por una sola parte de Agrabah, que es el desierto, qué buscar por toda la extensión de tan amplio mundo buscando un objeto pequeño e insignificante. les dijo con mirada y sonrisa angelicales. Era increíble que aquello se le hubiera ocurrido a ella sola. No era lo que se dice inteligente, pero cuando la situación lo requería elaborada ingeniosos planes.
Y no te preocupes por si te cansas. le dijo finalmente a Saytas. Yo me ocupo de ese detalle. musitó guiñando un ojo.

Saytas se frotó la cabeza mirando a Miia. Su gesto había cambiado. Parecía que alguien había mentado algo, o alguien había hecho algo, que lo había turbado considerablemente, hasta el punto de hundirlo en unas tinieblas insondables. La espada seguía hablándole de que necesita un buen pulido, y de que puede portarla en su cinto, que ella es fuerte y ágil, y que no le defraudará, y francamente se estaba volviendo insoportable. Es lo que les ocurre a los objetos que no solían hablar; que cuando empiezan, nunca quieren parar.

Silenció a la espada rápidamente, con un "Lo siento", y ésta cayó al suelo. Luego volvió a sonreír, y se dirigió hacia Miia.

- ¡Está bien! Una alfombra grande. Pero si te confieso la verdad, no me gusta mucho el desierto... ¡Encantaré la alfombra para tí, no te preocupes! Y claro que podrá volar, ¡por supuesto! Pero tienes que escucharme bien, voy a darte dos objetos, porque tengo miedo de que algo malo ocurra. Si alguien coge la alfombra y dices la palabra "Derrítete", la alfombra dejará de estar encantada automáticamente... Eso sí, ¡procura también que no la diga nadie! Para subir, tienes que decir "Helado" y para bajar, sólo tienes que soplar aire a ras de la alfombra, y en función a como soples, así de rápido bajarás. ¡Cuidado con los suspiros!

Saytas roció la alfombra con el líquido "Incantatem" que guardaba siempre para las emergencias, chasqueó los dedos y la alfombra empezó a moverse, animada.

>> En cuanto al segundo objeto, Miia, (Sí, sé tu nombre, me lo ha dicho esa lona que tenemos arriba), es este caramelo que antes no has aceptado. Tómatelo cuando te sientas mal, o cuando estés en un aprieto, te ayudará. Te queda un largo camino por recorrer, espero que al final de él encuentres la luz que necesitas.

>> Xasurak, cuida de ellas, ¿vale? Sé que lo harás bien, como has hecho conmigo. Ahora un asunto llama mi atención, creo que no puedo retrasarlo por más tiempo.

Sonrió, se alejó un par de pasos, se quitó el sombrero, y golpeó con el bastón el suelo, desapareciendo al instante con una sucesión de notas musicales en el viento.

Spoiler:

Miia escuchó todo lo que dijo Saytas. Miró el caramelo unos segundos, para luego mirar la alfombra, que se movía animadamente, como pidiendo que alguien se subiera encima suyo.
La peliazul observó como Saytas se iba.
¡E-Espera, Say...! pero éste ya se había ido. No he podido decirle adiós...

Pero no podía desanimarse por la despedida. Seguramente le volvería a ver.
¿Listos, chicos? Nume, estoy segura de que allí dentro hay más riquezas de las que nunca podrías haber imaginado. Xasurak... no hablas mucho, pero sería muy amable por tu parte que me ayudaras... exhaló un suspiro, y subió encima de la alfombra, todavía a ras de suelo. ¿Y bién? ¿Venís?

Nume miró el lugar donde momentos antes había desaparecido Saytas. Se había ido tan rápida e inesperadamente como había llegado, ¿sería habitual eso en el mago? Quizás sí. En tal caso, esperaba que volviese a aparecer, tenía curiosidad por él y su don.

Miró a Xasurak. Sin duda era un ser singular aunque parecía un tanto solitario, más por lo que parecía, las protegería a Miia y a ella en caso de necesidad. Era algo muy a tener en cuenta.

Sumida en sus pensamientos, la ladrona se sobresaltó cuando Miia pronunció su nombre seguido de una invitación indirecta para seguir acompañandola. Mas, aunque no se lo hubiese sugerido, habría ido igualmente. Desaprovechar una oportunidad así sería un auténtico crimen. Se subió encima de la alfombra de un ágil y rápido salto.

- Démonos prisa.