Buscando...

Al abrirse la puerta, un estridente chirrido resonó en la caldeada sala. Dentro, un ordenador de grandes magnitudes ocupaba una gran parte de la sala, justo detrás de él, se encontraba aquel tendero que tantas otras veces había ayudado al pelinegro, además de haber intentado engañarle en un par de ocasiones. Sus cabellos dorados estaban inmersos en un mar de sudor, y su cuerpo, enconrvado, le daba un aspecto extraño y temible.

En el más completo silencio, Jack se acercó hacia el humano, quien al parecer, estaba tan sumido en su trabajo, que ni siquiera había sentido la entrada del de oscuros cabellos. Este, colocó lentamente una mano sobre el hombro izquierdo de Cid, y dijo con voz calmada:

-Buenos días, Cid-san.-su voz, a la par de calmada, era oscura y débil.

Aún así, Cid dio un pequeño bote en su asiento, siendo alterado en su suma concentración ante las palabras del joven Jack.

-¡Ay, chico! Me has asustado.

Tras esas breves palabras, moviendo de un lado a otro el palillo que en su boca residía, dijo entre dientes:

-¿Y bien, que quieres?

Se giró de nuevo hacia el ordenador y comenzó a teclerar en él una compleja y gran cantidad de cifras y palabras inconexas y sin sentido.

-Estoy buscando a alguien llamado Squall Lionhearth y Yuffie, ¿Sabes algo al respecto?

Al instante, dejó de teclear y dirigió su mirada, con una ceja enarcada, hacia el parlante.

-Mmm... es posible que sepa algo. ¿Pero, para que les buscas?

El de oscuros cabellos encogió los hombros, tras hacerlo, dijo:

-Una muchacha de ciudad de paso me pidió que les buscara, les hechan en falta por ahí.

Cid, pareció cavilar unos segundos:

-Mmm... Aeris...

Tras ello, por segunda vez, se giró hacia la computadora y reemprendió su trabajo, pero no sin antes decir:

-Les encontraras en el castillo de Bastion Hueco. Está atestado de sincorazones, ellos creen que hay uno dominante y que de ahí viene "la colmena". Supongo que no te costará mucho encontrarles, estarán armando mucho barullo. Si eso es todo lo que querías, ya puedes marcharte.

Sin querer importunar al hombre un solo segundo más, Jack, dio la vuelta con un simple cambio de sentido, y tras hacerlo, sin decir palabra alguna, salió de la sala.