Juega con fuego y te acabarás quemando

por **Alice** Sáb Sep 05, 2009 8:21 am

Alice había estado persiguiendo al leopardo, pero parecía haberle perdido de vista. Jadeando, echó un rápido vistazo al campamento. No había nada extraño: tiendas de campaña, un equipo científico, una mesa de picnic...

Sabor no estaba en ningún lugar. Le pareció oír algo, y giró la cabeza con brusquedad, pero por allí no había nadie.
Desconfiada, pasó varios minutos en guardia. Al final, suspiró, doblando la espalda hacia delante y cogiéndose las rodillas con las manos.
Estupido tigre o lo que sea...

Soriendo tontamente, se dirigió hacia aquella mesita donde había té caliente. Alice pudo deducir que había gente viviendo todavía en aquel campamento, pero no le importaba quien viviera y quien no.
Cogió una taza de té y echó un poco de la tetera. Como toda una señorita inglesa, se bebió el té a pequeños sorbos, mientras escuchaba con una sonrisa los sonidos de la selva.

Estaba tan absorta en el cantar de los pajarillos y los chillidos de los chimpancés que no advirtió un movimiento entre los arbustos que tenía a sus espaldas.
Como una exhalación, el leopardo de nombre Sabor se abalanzó sobre Alice, que emitió un agudo grito. La mesa se partió debido a la fuerza con la que el animal atacó, y todas aquellas piezas de porcelana se rompieron en mil pedacitos.

Sabor, ignorando los chillidos de la incorpóreo, le arañó el vientre y mordisqueó con fuerza su brazo izquierdo.
¡¡Aaaaah!! ¡Fuera! ¡Hielo! ¡Piro! ¡¡PIRO!! intentaba Alice, pero estaba demasiado asustada como para concentrarse en las formulas mágicas.
Intentó alcanzar su báculo, pero un zarpazo del leopardo lo mandó lejos de su alcance.
Alice pensaba que había llegado su hora...

Pero entonces, un extraño encapuchado apareció de un portal oscuro. Las plantas y arbustos que había alrededor comenzaron a crecer y a desarrollar espinas. Aquellas ramas se dirigieron mágicamente hacia Sabor, azotándole. El leopardo comenzó a gimotear ante los latigazos, hasta que al final escapó hacia el frondoso interior de la selva, atodigado por las ramas con pinchos.
¿Quién...? empezó Alice, con voz apagada, pero el encapuchado la cogió bruscamente del brazo, obligándola a levantarse, y creo un portal por el que se llevó a la maga.